Terapia de choque a la economía

El pánico que atormenta al mundo capitalista ya acumula varias semanas y su desenlace es incierto.

Alianza El Informador - Semana
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Mientras los bancos lanzan medidas para estimular el crecimiento y frenar el covid-19, las multilaterales anuncian fondos para los más vulnerables. Pero estas señales, en vez de dar más confianza, estresan los mercados.

El covid-19, el virus que ya cobró más de 3.400 vidas y ha contagiado más de 100.000 personas en 90 países, llegó en el peor momento para la economía mundial. Después de ocho años de expansión, el año comenzó con un menor ritmo de crecimiento, una guerra comercial encendida, el dólar en niveles históricos y poco margen de maniobra de los bancos centrales, cuyas tasas de interés están en niveles muy bajos.

Con la llegada del coronavirus, la economía quedó en una situación muy frágil. Y de no retomar la calma y encender de nuevo las locomotoras, el mundo podría entrar en una nueva recesión. Para hacerle frente al sombrío panorama, esta semana bancos centrales, multilaterales y Gobiernos anunciaron medidas de choque para enfrentar la epidemia de pánico y hacer reaccionar la economía.
Con la llegada del coronavirus, la economía quedó en una situación muy frágil. Y de no retomar la calma y encender de nuevo las locomotoras, el mundo podría entrar en una nueva recesión.
Con la llegada del coronavirus, la economía quedó en una situación muy frágil. Y de no retomar la calma y encender de nuevo las locomotoras, el mundo podría entrar en una nueva recesión.

El impacto inicial fue positivo tras la sorpresiva reducción de tasas de la Reserva Federal (FED, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos o los anuncios del Banco Mundial, la CAF (Banco de Desarrollo de América Latina) y del Gobierno norteamericano de crear fondos para hacerle frente a la epidemia. Pero pasadas unas horas los mercados de valores volvieron a desplomarse ante la idea de que, si las instituciones habían reaccionado con tanta fuerza, algo malo debían saber. ¿Qué esperar ahora?

El pánico que atormenta al mundo capitalista ya acumula varias semanas y su desenlace es incierto. En las bolsas de valores los inversionistas han salido de acciones para comprar activos más seguros, en medio de la paranoia desatada por las noticias sobre la evolución del virus y el creciente contagio alrededor del mundo. Esto provocó el desplome de algunas acciones y disparó el precio del oro.

En el mercado petrolero, los productores observan aterrados la caída de los precios del crudo, que ya supera el 20 por ciento en el año. El jueves, la variedad Brent –de referencia para Colombia– estuvo por debajo de los 50 dólares el barril, el dato más bajo desde 2017, y la Opep anunció su intención de recortar 1,5 millones de barriles para subir el precio.
En las bolsas de valores los inversionistas han salido de acciones para comprar activos más seguros, en medio de la paranoia desatada por las noticias sobre la evolución del virus y el creciente contagio alrededor del mundo.
En las bolsas de valores los inversionistas han salido de acciones para comprar activos más seguros, en medio de la paranoia desatada por las noticias sobre la evolución del virus y el creciente contagio alrededor del mundo.

Empresas de tecnología, comercio, servicios, industria, vehículos, alimentos, turismo, cruceros, eventos, transporte y aviación sortean a diario las millonarias pérdidas que deja la epidemia. Todas esperan que el impacto solo se sienta en el primer trimestre, porque, de extenderse, la economía entraría en serios problemas.
Las dificultades de las compañías parten de conseguir materias primas y productos terminados, pues tras la emergencia en China muchos bienes escasean por la parálisis de las plantas de ese país, que ha interrumpido cadenas de valor. En las de servicios, la ausencia de consumidores o las cancelaciones de reservas las tienen al borde de un ataque de nervios. La reacción ha sido peor de lo que el mundo esperaba, y hoy los principales temores se concentran en el futuro de muchos negocios.

Medidas de choque

El rápido avance del coronavirus por fuera de China ha obligado al mundo a tomar medidas de urgencia para frenar el creciente deterioro de la economía. Esta semana, la FED, el banco central más importante del planeta, tras una reunión extraordinaria anunció, sorpresivamente, el recorte de su tasa de interés de referencia en 50 puntos básicos, llevándola al rango de 1 a 1,5 por ciento. El objetivo es generar confianza y reactivar la economía.

El movimiento hace parte de un esfuerzo coordinado en el que se comprometieron los bancos centrales del G7 –Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido– unas horas antes en una teleconferencia de emergencia. Allí también participaron los ministros de finanzas con el fin de “reafirmar su compromiso de utilizar todas las herramientas políticas adecuadas para proteger el crecimiento global”, dijeron.
El covid-19, el virus que ya cobró más de 3.400 vidas y ha contagiado más de 100.000 personas en 90 países, llegó en el peor momento para la economía mundial.
El covid-19, el virus que ya cobró más de 3.400 vidas y ha contagiado más de 100.000 personas en 90 países, llegó en el peor momento para la economía mundial.

Se trata del mayor recorte de este tipo lanzado por la FED desde la crisis financiera de 2008 y sorprendió por la magnitud del ajuste. Los analistas aguardaban este anuncio para la reunión programada del 18 de marzo, y el mercado esperaba que, a lo sumo, fuera de 38 puntos básicos. Nadie previó una reacción tan rápida ni tan alta.

En el pasado, la FED ha tomado decisiones no programadas de política monetaria, por lo general, luego de choques relevantes como el ataque a las Torres Gemelas en Nueva York o la crisis financiera internacional. Precisamente, lo hizo por última vez entre 2007 y 2008 en plena crisis y en tres ocasiones, coincidiendo solo en una oportunidad con los bancos centrales del mundo, que habían actuado de manera coordinada.

A la movida de la FED siguió la de los bancos centrales de Australia y Canadá. Y tanto el Banco Central Europeo (BCE) –que canceló visitas y conferencias en su sede– como el banco central de Japón podrían anunciar recortes de tasas o préstamos a empresas para enfrentar el virus.

Otros bancos centrales de economías emergentes, como Indonesia, Filipinas, Rusia, Brasil y México, también han hecho recortes por cuenta del coronavirus. Cabe recordar que en febrero China rebajó su tasa de interés para reducir los costos de financiamiento de las empresas y respaldar la economía.

Tras estos anuncios, los mercados internacionales se recuperaron ante la disposición de las autoridades para “hacer lo necesario”. Pero a medida que procesaron esta información, y luego de que la Ocde y el FMI rebajaron los pronósticos de crecimiento global y el impacto que tendrá sobre los distintos sectores el coronavirus, los mercados interpretaron estas reducciones como indicios de que el escenario para la economía podría ser mucho más desfavorable de lo esperado. “¿Saben algo que nosotros no?”, se preguntaban. Eso revivió la aversión al riesgo.

El FMI advirtió que este año el mundo crecerá menos del 2,9 por ciento del 2019 por cuenta del coronavirus, mientras que en enero aún anticipaba una expansión del 3,3 por ciento. Su directora, Kristalina Georgieva, no quiso adelantar una cifra de caída de la economía, aunque reconoció que esta requiere una “respuesta global”. Por su parte, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) le apuntó a una pérdida del PIB global de 0,5 puntos porcentuales para este año, con una estimación puntual de 2,4 por ciento.

Ante estas revisiones a la baja del crecimiento global, también las multilaterales salieron al rescate. El FMI anunció 10.000 millones de dólares para préstamos a interés cero, destinados especialmente a los países más frágiles. El Banco Mundial anunció un plan de urgencia por 12.000 millones de dólares a fin de fortalecer los sistemas de salud de los países más pobres, con mayor riesgo y escasa capacidad, dijo David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial.

Por su parte, la CAF puso a disposición de sus países accionistas una línea de crédito por 300 millones de dólares para apoyar la gestión de riesgo y cualquier contingencia por cuenta del coronavirus, según su presidente ejecutivo, Luis Carranza Ugarte.

Pero menores tasas de interés y mayor flujo de crédito no son la mejor respuesta ante el coronavirus porque el problema no es de oferta o demanda, sino del creciente miedo a su impacto sobre el crecimiento global.

Impacto profundo

Además del costo en vidas humanas, los daños que ha causado el covid-19 a la economía global empiezan a hacer mella. Y Colombia no escaparía a esta ola. En el país, el efecto se sentirá por dos vías, dice Felipe Campos, director de Investigaciones Económicas de Alianza. En forma directa se reflejará en los menores ingresos para el país a causa de la caída en los precios del petróleo y una eventual reducción del comercio con China. En efecto, hacia esa nación va el 10 por ciento de las exportaciones colombianas y de allí viene el 20 por ciento de lo que importa.
También habrá un choque indirecto por la desaceleración de los socios comerciales, pues, por el coronavirus, la economía de Estados Unidos crecería al 1 y no al 2 por ciento. Pronósticos a la baja también se prevén para Chile, Perú y Brasil, otros socios comerciales
clave de Colombia.

Y quizás uno de los golpes más fuertes para el país tiene que ver con el comportamiento del dólar. La semana pasada, el precio de la divisa llegó a niveles históricos que se repitieron esta semana. Dependiendo de qué tanto dure, puede presionar la inflación y afectar el consumo, el gran impulsor del crecimiento en Colombia. “Si el dólar sube por encima de 3.500 pesos y se sostiene en ese precio, habrá un nuevo choque inflacionario y el consumidor podría afectarse el próximo año”, explica Campos. Un impacto en la inflación y en el consumo también llevaría a que el país crezca por debajo de lo que calcula el Gobierno y quiere el mercado.
Globalmente, el impacto se nota en varios sectores. En el caso de las aerolíneas, ya la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (Iata) calculó entre 63.000 y 113.000 millones de dólares los menores ingresos de las aerolíneas por vuelos cancelados y rutas suspendidas.

Esta semana, la británica Flybe se convirtió en la primera en irse a la quiebra por los problemas que le generó el coronavirus, mientras que la israelí El Al anunció un recorte en 1.000 de los 6.000 empleos que genera. Lufthansa reducirá operaciones de ahora a abril equivalentes a 150 de sus aviones, de los 770 que tiene, una decisión que sorprendió al mercado. Andrés Uribe, gerente de Iata en Colombia, advierte sobre la necesidad de llegar a un acuerdo en este tema, pues, si las aerolíneas deben devolver los dineros de todos los tiquetes, muchas entrarían en quiebra.

También preocupan los eventos suspendidos y la cancelación de reservas hoteleras. En el mundo ya quedaron en veremos torneos ciclísticos, ligas de fútbol, conciertos y eventos empresariales como las convenciones de Google y Facebook, al igual que las reuniones de primavera del FMI y del BM. En Colombia, algunas multinacionales han advertido a sus altos ejecutivos que no pueden viajar a reuniones de más de 20 personas. Si esto continúa, le daría un duro golpe a la economía.
Aunque el coronavirus no ha llegado al país, el presidente de Cotelco, Gustavo Toro, dice que el sector está en alerta. La próxima semana sostendrá reuniones con los ministerios de Salud y de Comercio para coordinar acciones que garanticen la salud de las personas y mitiguen el impacto económico. Gobiernos, multilaterales y bancos centrales insisten en llamar a la calma para evitar que el coronavirus le pase una costosa factura a la economía. Pero el miedo cunde y, por ahora, las medidas de choque no han frenado el nerviosismo.

Quizás todavía se requieran acciones más contundentes de política económica, pero sobre todo victorias urgentes contra el virus alrededor del mundo para que el capital pierda el miedo y vuelva a confiar.


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