Restauranta PANAMERICAN 70años tardición en la gastronomia; patrimonio de los samarios

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Por Mario Ibarra Monroy Redacción EL INFORMADOR

Doña Miriam Díaz, heredera del más reconocido restau-rante de Santa Marta, Pa-namerican, cuenta con me-surado orgullo que posee copia del libro de registro mercantil de la Cámara de Comercio de Santa Marta, donde aparece en lista los negocios que había en la pequeña capital hacia 1942. "De todos los que estaban registrados, hoy sólo queda en pie el Panamerican", señala.

Han pasado setenta años ininterrumpidos donde tres generaciones de samarios han saboreado los más exóticos platos del Caribe y del resto del mundo, no en vano es uno de los 100 mejores restaurantes de Colombia según revistas especializadas.

Pero más allá de sostenerse con la calidad de su sazón y la atención con estilo propio, la palabra Panamerican se ha sostenido en la cultura samaria desde mediados del siglo 20, casi que es imposible dejarla de mencionar entre los símbolos de la ciudad.

"En Santa Marta los samarios acaban con todo, menos con tres cosas: La Catedral, el Morro y el Panamerican", recuerda entre risas la señora Miriam una frase dicha por algún cliente.

De aquel caserón en la calle de la Acequia donde tuvo su origen un restaurante que colmara el gusto por el buen comer de familias y altos ejecutivos, se extrae la visión del matrimonio Díaz-Segovia, encabezado por doña María del Jesús Segovia, quien en medio de una Santa Marta ocupada por cincuenta mil habitantes y un puñado de visitantes atraídos por las bananeras y la vida itinerante en el mar, supo sacarle provecho a un negocio que no arrojaba pérdida a ojo cerrado.

En su infancia con sus hermanos Francisco y Gustavo, Miriam Díaz describe la imagen de dos empleados que representaban la abundante demanda por comida que en ese entonces exigía la clientela local: un experto pelador de plumas y quien no paraba de despescuezar pollos; otro, eximio cortador de papas, quien se apoltronaba en uno de los rincones de la amplia cocina blanca dispuesta en la casa que hoy sigue en pie.

La terraza, punto de encuentro por excelencia

No siendo suficiente tener en una reducida urbe un lugar con ambientes tan distintos, restaurante, bar y delicatessen, que a comienzos de la década de 1950, decidieron tomar rumbo a la playa y sobre la calle del Pozo con Paseo Bastidas, seguir despachando a empleados públicos, miembros de las Fuerzas Militares, capitanes de navíos y extranjeros enamorados de la ciudad y de sus hijas.

La intención era aprovechar el floreciente auge que venía ya cultivándose con el turismo. Mientras, una idea que revolucionaría el paisaje urbano del centro samario fue tomando forma, la creación de la terraza tipo marinera, que cautivó a propios y extraños convirtiéndose por décadas en el alma del lugar hasta que una decisión gubernamental la retiró.

En sus memorias don Francisco Díaz Segovia, el mayor de los hermanos vinculados al Panamerican y quien le dio el toque de comida internacional al estudiar culinaria en Europa, se refiere a la terraza: "Desde allí se ha organizado y ha tumbado a un gabinete departamental o municipal. Desde allí varias generaciones han visto evolucionar a Santa Marta. Allí se conoció más de una pareja samaria…"

 

Personajes atraídos por el aroma

En una tierra donde el desarrollo trascendía a pasos de tortuga, era casi imposible conocer los personajes que llegaban eventualmente, pero lo que sí era seguro es que todos comerían en el Panamerican. Ver sentados a grandes del arte colombiano como Alejandro Obregón o Rafael Escalona, amenizado en el piano por un joven estudiante llamado Andrés Linero, resultaba un privilegio incomparable.

Tener presentes al poder económico representado en Julio Mario Santodomingo y Carlos Ardila Lulle, sumados a la presencia de jefes de Estado como Misael y Andrés Pastrana o Ernesto Samper, brindan garantía en cuanto a la calidad de su servicio.

Pero por sobre todas las figuras de la vida pública nacional y extranjera que han deambulado en sus salones, los personajes número uno siguen siendo los innumerables clientes satisfechos que con una sonrisa y un agradecimiento se despiden para pronto volver.

Con el cambio seguirá incólume

Ante la internacionalización de los mercados locales, la apertura de Santa Marta como ciudad turística representa una renovación en su estructura comercial. No ajeno a ello el sector gastronómico viene mostrando progresos en cuanto al mejoramiento de su servicio y a satisfacer la creciente exigencia de los comensales.

Es a partir de allí que el Panamerican ingresa en esa área de búsqueda de modernización, sin afectar en absoluto su esencia Caribe, que ha dado pie a una tradición expuesta en otros países y que le han dado reconocimientos como el XIV trofeo internacional de turismo, hostelería y gastronomía entregado en 1989 en España; así como el reconocimiento dado por el Ministerio de Desarrollo de Colombia en 1991 como una de las entidades gastronómicas más relevantes del Caribe.

 





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