La enseñanza universitaria en Santa Marta vista desde “afuera”

Gionatan Di Consoli, docente catedrático de la Universidad del Magdalena.

Aula Universitaria
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¿Alguna vez te has preguntado cómo perciben la educación en Santa Marta aquellos que se vinculan al entorno académico provenientes de sitios lejanos? A través de este artículo se buscará dar una respuesta a dicha inquietud a partir de la experiencia de un docente universitario que desde Italia llegó a la capital del Magdalena a impartir sus conocimientos en idiomas. 

Los intercambios culturales a menudo son una oportunidad para enriquecer las experiencias y abrir camino a un amplio mundo que permanece en constante cambio ante cada uno de nosotros. Esa es precisamente la realidad que hoy vive Gionatan Di Consoli, un docente italiano que llegó a la Universidad del Magdalena siguiendo su vocación de enseñanza, para impartir clases de idiomas a jóvenes universitarios que buscan perfeccionar sus conocimientos tanto en inglés como en la lengua materna del profesor. 

En Italia, Di Consoli se dedicaba a enseñar en los colegios, pero estando al frente de asignaturas como Laboratorio Electrónico y clases de italiano como segunda lengua a extranjeros. Durante siete años vivió en Londres, en donde trabajó en el área de la sanidad, sin dejar a un lado su deseo de docencia, pues también sacaba espacio en su agenda para dictar clases particulares. 

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A Santa Marta llegó por primera vez en un viaje de turismo, en el que conoció el Parque Tayrona y la Sierra Nevada, y asegura que una visita fue suficiente para crear una conexión con esta ciudad que lo acoge en su labor. 

“Regresé varias veces y la tercera vez me interesé en la universidad, vine a visitarla porque tengo amistades que enseñan aquí”, relata, mientras recuerda que, después de un largo proceso de verificación y selección, la universidad lo consideró apto para liderar clases de inglés e italiano, abriendo así las puertas a un camino que se mostraba como intimidante como emocionante. 


Su primera impresión de los alumnos, en comparación con otros grupos de estudiantes que ha dirigido en otros países, fue el respeto. 

“Vi mucho respeto hacia el profesor y eso es muy lindo, te hace el trabajo mucho más simple porque es verdad que se trata de algo recíproco, el docente tiene que respetarte también y cuando eso se da hay una situación más pacífica en el salón y sobre todo, no tiene que luchar para dar su clase y para que lo escuchen”, manifiesta. 

Lo que más resalta de dicho comportamiento es poder desarrollar las actividades sin interrupciones ni el ruido de las voces al que se había acostumbrado en las aulas extranjeras. “En algunos colegios de Italia, por ejemplo, es muy difícil llegar y poder dar una clase de media hora sin tener que parar o sin que se salgan del salón porque es muy complicado que mantengan la atención”, añade. 

Mientras explica su punto de vista, recuerda el relato de una colega proveniente de Bogotá, quien coincide en que encuentra más agradable el trabajo en los salones de Santa Marta que en los del interior del país, quizás por cuestiones culturales. 

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En cuanto a choques culturales, Di Consoli afirma que son pocos, por no decir nulos, pues encuentra muy parecidas las culturas de la Costa Caribe colombiana con las del sur de Italia, en la que yacen ciudades como Sicilia y Nápoles. 

“Hay muchas cosas que me recuerdan a los lugares de donde es mi mamá, por eso no encuentro muchos choques”, afirma, no obstante, menciona de manera superficial la burocracia a la cual tuvo que hacerle frente para vincularse al sistema educativo. “Pero eso no depende de la universidad sino del sistema estatal para que me pudieran contratar. Duré dos semanas corriendo de una oficina a otra en Santa Marta”, relata entre risas. 

A los estudiantes interesados en los idiomas, les sugiere que se mantengan atentos en sus estudios y que escojan una lengua extranjera para aprender teniendo en cuenta los beneficios que esta podría brindar. 

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“¿Por qué quiere aprender inglés?, ¿por qué quiere aprender italiano o francés? Deben pensar en cuál sería su contacto con dicho idioma en los próximos años y elegir con base en eso, en lo que será el contacto real para que no se les olvide y lo puedan practicar”, manifiesta. 

Por último, a sus colegas que tienen entre sus planes enseñar en una institución como la Universidad del Magdalena, les reitera que se trata de un lugar en “el que trabajar da gusto, donde nadie te hace sentir bajo presión y puedes hacerlo de manera tranquila”. 

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