La paradoja del transporte del milenio

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Fuad Chacón Tapias

Fuad Chacón Tapias

Columna: Opinión

e-mail: fuad.chacon@hotmail.com



Transmilenio fue el precursor de los sistemas de transporte masivo que hoy atraviesan las principales vías de varias ciudades de Colombia.

Fue un experimento, casi que un salto al vacío que buscó organizar la movilidad en Bogotá para luego, en caso de reportar un éxito incierto, replicar el modelo adaptándolo a las necesidades de las demás urbes.

Todos los males que azoten al sistema de la capital del país tendrán que ser una bola de cristal en la cual a sus descendientes el futuro se les proyecte a tiempo y desarrollen la capacidad de reacción necesaria para aprender o corregir, emulando las victorias y eludiendo los fracasos.

El pulso se le puede medir a Transmilenio solo con los videos que en redes sociales se hacen virales denunciando las irregularidades del sistema, de ellos es fácil concluir que estamos ante un entramado de transporte tristemente arraigado en tierra de nadie ante la ausencia de autoridades y con paradojas macondianas que le hacen ver como un gran teatro del absurdo.

La semana pasada Noticias Rcn hizo una interesante prueba piloto para dar con el fundamento por el cual no se permite grabar ni tomar fotografías en las estaciones y con cámara a bordo comenzó a filmar en medio un articulado.

El resultado fue que el bus se detuvo a la mitad de una troncal, un policía lo abordó y en la siguiente parada hizo descender a los periodistas para requisarlos y reprenderlos.

Un actuar policivo ejemplar, expedito y contundente que nunca antes se había visto en el sistema, ni con los ladrones que con experticia chalequean a los pasajeros, ni los vendedores ambulantes que comercian entre los asientos ni los abusadores sexuales que salen en las emisiones del mediodía. Tal vez si un usuario desenfundara su celular y grabara un robo o un abuso en desarrollo, algún policía llegue a tiempo.

Otra ironía es la custodia de las estaciones, donde guardias bachilleres adolescentes de gafas, brackets y acné que no eligieron estar ahí tienen que imponer la ley con un inocente bolillo.

El sistema de transporte es un punto álgido de seguridad para cualquier ciudad moderna, pero en Bogotá este trabajo vital se le encomienda a los jóvenes primerizos sin preparación y con dotación muy inferior a la de la delincuencia que les exigen combatir, mientras los oficiales más experimentados están en otras labores más trascendentales como acompañar a Justin Bieber a hacer grafitis.

Y ahí es donde llega la justicia por mano propia de los pasajeros. En el último mes hemos visto por YouTube cómo la ciudadanía cansada de la ineficiencia de las autoridades ha optado desesperada por defenderse a sí misma.

Desde un derechazo contundente que deja en el suelo inconsciente a un ladrón hasta el linchamiento colectivo de otro al que sacuden hasta dar con el teléfono hurtado. Una tendencia peligrosa que habla muy mal de la perspectiva que tiene el público de las obligaciones estatales de protección.

Esta es la paradoja del transporte del milenio, la iniciativa que pasó de esperanza a otro problema más.



Más Noticias de esta sección