Malos gobernantes

Columnas de Opinión
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Realizó un juicioso trabajo de control político en el Congreso de la República, era el "tormento" de los funcionarios públicos corruptos y junto con el senador Jorge Enrique Robledo, eran los de mostrar en el Polo Democrático.

¿Qué le pasó a Gustavo Petro? Es la pregunta que nos hacemos todos los colombianos. La respuesta es una sola. Lo subyugó el resentimiento social que lo invade desde cuando era militante del grupo guerrillero M-19.

Cada vez que toma una decisión en su despacho, más que traer beneficio a la comunidad lleva el veneno de la venganza contra la sociedad bogotana. La misma que por ironías de la vida, le ayudó a llegar al Palacio Liévano.

Claramente, la elite política bogotana es victima de su propio invento. Por cerrarle el camino a Enrique Peñalosa (por haberles expropiado una parte del Country Club para convertirlo en parque público), promovieron y apoyaron las candidaturas express de David Luna, Gina Parodi y uno de los muchachos Galán (me disculpan, pero como los tres han vivido mantenidos por el Estado, ya no sé quien es quien).

Ese suicidio político permitió que Petro fuera elegido alcalde de Bogotá. Ahora, la cancha de polo del club es un parque público y Petro les construirá 372 soluciones de vivienda para familias desplazadas por la violencia en sus barrios de estrato seis. Una especie de inclusión social, pero al revés.

Otro gesto de venganza por parte del alcalde Petro, fue el de tratar de quitarle a la empresa privada la recolección de basuras para entregárselo a la empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá.

Al estilo de la mal recordada e ineficiente Empresa Distrital de Servicios -EDIS-, liquidada en la administración del ex alcalde Andrés Pastrana. Les voy a contar una anécdota. Siendo coordinador de tarifas de la EDIS, un día madrugué a inspeccionar los patios donde iniciaban los recorridos los camiones recolectores de basuras. Al final de la tarde regrese al mismo patio y encontré que el camión que salió por la mañana con las llantas nuevas, regresó con las llantas lisas.

Después descubrimos, que las cambiaban y las vendían en el camino. La situación con los camiones recolectores de basura de Petro, fue peor. Estos llegaron desbalijados y sin llantas.

No contento con semejante embarrada -que le costó la destitución por parte de la Procuraduría-, la semana pasada fue objeto de muchas críticas por el torpe y dudoso manejo que le dio a la licitación de las bicicletas públicas.

El proceso licitatorio donde solo participaban 2 oferentes -el primero con experiencia en recolección de basuras y el segundo con 37.000 bicicletas rodando en ciudades como Boston, Chicago, Londres, Nueva York, Montreal y Guadalajara-, fue suspendido 4 veces y luego fue declarado desierto. Saquen ustedes sus propias conclusiones.

El fracaso de las maquinas tapa-huecos, el colapsado servicio de Transmilenio, el caos en la movilidad, la invasión de vendedores informales, la inseguridad y el incumplimiento en las metas de viviendas de interés social, son el complemento de esta funesta administración.
El estilo desafiante, conflictivo y autoritario con que Petro ha manejado la ciudad, tiene a Bogotá convertida en un caos total.

Pasará mucho tiempo para recuperar este atraso enorme que el alcalde Petro y sus antecesores del Polo, le han causado a la capital. Qué malos gobernantes.