¿Y por qué no ambas?

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Escrito por:

Fuad Chacón Tapias

Fuad Chacón Tapias

Columna: Opinión

e-mail: fuad.chacon@hotmail.com

No me cuento entre los partidarios fervorosos del Reinado Nacional de la Belleza, ni considero que su existencia sea necesaria para mantener el delicado equilibrio de nuestra sociedad, es más, creo que su ocurrencia está sobrevalorada por los medios y que si nuestro país tuviera más niñas preocupadas en ser científicas que reinas el presente sería radicalmente diferente al que tenemos hoy.

Pero lo veo, y confieso que encuentro especialmente divertida la sección final de preguntas donde las últimas candidatas que sobrevivieron logran demostrarnos en cuestión de segundos que la expresión "respuesta de reina" no es solo un prejuicio, sino una verdad que se ha ganado su reputación con un remarcable esfuerzo.

Sorpresivamente este año todos los interrogantes giraban alrededor del proceso de paz, una particularidad con la cual creo que se desvirtúa la razón de ser del concurso mismo la cual es desconectar a la población por un par de días de la dolorosa y a ratos agobiante coyuntura de violencia que vemos a diario en periódicos, noticieros o novelas.

No siempre esta clase de placebos colectivos son malos, si uno se tomara a Colombia demasiado en serio todo el tiempo podría llegar a frustrarse rápidamente y allí es donde radica la importancia de este tipo de válvulas de escape. Como los partidos de la Selección Colombia, el Reinado de la Belleza cumple la función social de salvarnos de nosotros mismos.

Entonces Paula Andrea Betancur hizo la pregunta más trascendental de la velada: "¿En el proceso de paz qué es más importante? ¿Perdonar o hacer justicia?". Y es que visto desde esta perspectiva pareciera que hacer catarsis de los odios acumulados por décadas de guerra y la posibilidad real de que nuestro ordenamiento jurídico se aplique en un eventual escenario de posconflicto fueran dos alternativas divergentes la una de la otra.

Da la impresión que la sociedad colombiana estuviera inexorablemente condenada a tomar una decisión de blanco o negro, de cortar el cable rojo o el verde, una dualidad donde al optar por A desecharía para siempre la más mínima probabilidad de existencia de B.

¿Entonces cuál es la respuesta correcta? ¿Quiere decir esto que si se considera el perdón como factor más importante, los nuevos estándares de justicia estarían dados ya no por lo establecido en la Ley, sino en qué tanto están dispuestos los colombianos a olvidar para poder seguir adelante sin mirar atrás?

¿O si por otro lado se está con el bando de la justicia, se entendería que se está apoyando a un sistema punitivo vengativo donde no habría ni un ápice de espacio para la reconciliación? Yo no lo creo así.

El perdón y la justicia no tienen por qué ser dos hermanos enfrentados que compiten entre ellos por el favoritismo de sus padres, pues como en toda familia se les querrá a los dos por igual.

Una justicia sin perdón es solo revancha y un perdón sin justicia es solo impunidad, se necesitan íntimamente para que haya paz.
"¿Y por qué no ambas, Paula Andrea?", habría respondido yo.

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