El caso de Ariel Josué Martínez, un humilde carpintero de San Vicente del Caguán, que estuvo a punto de ser extraditado a Estados Unidos, refleja una realidad irrebatible: el afán de todos los gobiernos de complacer al gobierno americano.
El presidente JMS, firmó la extradición a pesar de voces respetables como obispos y líderes comunales que daban fe de la inocencia del malogrado hombre. No ha sido este el único caso. Recordemos a unos humildes vendedores de plátanos en Barranquilla, padre e hijo, que fueron extraditados y meses más tardes devueltos al ser declarados inocentes.
Entonces nos preguntamos los ciudadanos de a pie ¿Qué papel juega el Estado que debe protegernos? ¿Por qué nuestros principales órganos de poder actúan y firman extradiciones a tutiplén? Será, para algunos, por el temor a no perder una visa. Desde luego, no quiero irrespetar a la majestad de la justica, porque de seguro existe alguna normatividad con respecto a la extradición. ¿No se podrá cambiar?
El carpintero Martínez, sino es por el retiro de pedido de extradición del Departamento de Justicia de Estados Unidos, ya estaría allá por decisiones nacionales. Ahora, veamos el papel de Estados Unidos, ¿Dónde están los narcos gringos?, ¿Cuáles son? Los gobernantes colombianos jamás han expresado nada al respecto. Muchos incluso como Uribe, apoyaron la invasión a Irak, promovida por ese bárbaro de Bush.
El hecho más reciente de genuflexión es el del actual embajador en Estados Unidos, Dr. Villegas, que está allá se supone para defender los intereses del país, y le exige mediante una carta al Ministro de Salud, que no firme un decreto sobre medicamentos biotecnológicos, que tiene como objeto que el ciudadano esté al alcance de medicinas genéricas.
El embajador Villegas, actúa más como vocero de las grandes multinacionales del medicamento que de las necesidades de la nación.
Mi Ñapa. Expresa Juan Carlos Villamizar, organizador del Primer Foro Internacional de Víctimas desde el exilio, que actualmente la cifra de compatriotas que han tenido que abandonar el país es de seis millones. ¡Aterrador!
