Guantánamo sigue esperando

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



Cuando los patriotas cubanos luchaban por independizarse de España, allá por los años finales del siglo XIX, recibieron el apoyo de los Estados Unidos de América. Corría el año de 1898 y el poder colonial español en ultramar solo les dejaba como balance importante las islas Filipinas, Puerto Rico y Cuba. Con la decisión de los Estados Unidos de intervenir en esa guerra libertaria en las Antillas, la isla logró su autonomía. Sin embargo, los norteamericanos permanecerían en Cuba hasta 1902. Pero no abandonaron al nuevo país liberado sin obtener antes, por medio de la Enmienda Platt, una zona en la costa sureste con autonomía absoluta "para todo lo que fuese necesario", según reza el convenio. Allí instalaron una base militar que, a regañadientes, ha sido tolerada por los cubanos hasta la actualidad. Es conveniente anotar que los Estados Unidos pagaban a Cuba, en forma simbólica, 5000 dólares al año, suma que el gobierno cubano se negó a recibir a partir de 1960.

José Martí, quien luchó por la independencia de su Cuba natal, murió en combate en la población de Dos Ríos el 19 de mayo de 1895, cuando faltaban apenas tres años para el triunfo de las aspiraciones cubanas sobre el dominio español. El prócer, llamado 'El Apóstol' por los cubanos, no alcanzó a ver el momento de la apoteosis, pero dejó para el mundo su ejemplo como paladín de la libertad. Tuvo tiempo Martí, entre destierros y persecuciones, para plasmar en la literatura -con estilo modernista- su pensamiento en ensayos y su sensibilidad humana en poemas como "Versos sencillos". Pero es en sus artículos consignados en "Nuestra América" donde se muestra como un profundo americanista, amante de la libertad.

Más de un siglo después, aparece en la isla antillana un Guantánamo que, además de base militar ostenta la oprobiosa condición de macabra cárcel política. El turista que pasa por sus cercanías no alcanza a imaginar lo que ocurre adentro -a menos que alcance a oír los ladridos de los perros con los que se tortura a los presos-, ni logra comprender cómo en pleno siglo XXI pueda existir un enclave de los Estados Unidos en territorio de otra nación. También se alarman los ciudadanos del mundo al comprobar que dentro de la prisión de Guantánamo se practican torturas inhumanas (¿acaso hay torturas humanitarias?) y mucha indignación les causa saber que las víctimas son personas apenas 'sospechosas' de atentar contra la seguridad interna de la nación del norte.

Después de estas referencias históricas sobre lo que la cárcel de Guantánamo representa en América y en el mundo, y de la parodia del expresidente Bush al otorgar medallas "en nombre de la Libertad", amordazada y vejada en la prisión de la Isla, cabe preguntarse si en verdad es un honor recibir el cuestionado galardón. Y en caso de que sí lo sea para el expresidente Uribe -y él sabrá por qué se sintió honrado al recibirla cuando estaba en el poder-, no lo es para el pueblo colombiano que, como lo ha hecho el presidente de Bolivia, debe pedir no solo la extinción del penal sino la devolución de Guantánamo a su legítimo dueño: el pueblo de Cuba. Hubo una luz de esperanza cuando el presidente Obama, en su discurso del 23 de mayo de esta año, dijo: "No hay ninguna justificación más allá de las políticas del Congreso para impedir el cierre de un centro que nunca debió haber sido abierto […] porque es el símbolo global de unos Estados Unidos que vulneran la ley". Todavía estamos a la espera de la concreción de ese discurso. ¡Que no queden rezagos de la era Bush en Cuba!, y que se llene el viento de las Américas con las notas sentidas de la universal canción guajira 'Guantanamera', inspirada en los "Versos sencillos" de Martí.