Fallo de la CIJ: colcha de retazos

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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Fallo absurdo. El dictamen de la Corte Internacional de Justicia tiene mucho de incoherencia y poco de cordura: la soberanía de un país sobre un territorio debe acompañarse del libre acceso al mismo y la explotación insubordinada de sus recursos.

No tiene explicación que desde el archipiélago de San Andrés haya que transitar aguas nicaragüenses bajo el principio del "paso inocente" para acceder a los cayos colombianos que rodean a las islas; es como que en una casa, para ir de una habitación a otra sus propietarios deban pedir permiso a un tercero dueño de los pasillos.

Tampoco es razonable que a los isleños, que viven del mar, se les impida la pesca y la explotación del océano que les rodea. Bueno, estamos acostumbrados a semejantes sandeces. Pregúntenle a la CIJ acerca de la teoría de la costa seca de la Guajira frente al mar venezolano del Golfo de Maracaibo. Nadie los convencería de algo más equitativo, como la Hipótesis de Caraballeda, por ejemplo.

Dolorosas lecciones. Del exabrupto jurídico quedan reflexiones y lecciones: Primero, Colombia no debió aceptar ir a la CIJ, del mismo modo en que Venezuela rechaza la discusión de su soberanía los cayos de Los Monjes. Si nuestro país lo tenía todo y Nicaragua no tenía nada, el único perdedor posible era Colombia.

Segundo, si la demanda fue admitida, Colombia debió contar con el mejor equipo jurídico del mundo y no despreciar parroquialmente los alcances de la demanda nicaragüense: aun creemos que el paño de lana y la corbata de seda priman sobre las leyes y el derecho. Tercero, se debió revisar a fondo la legislación internacional y los tratados demandados evaluando los posibles pronunciamientos de la CIJ, sus consecuencias y las posibles acciones preventivas a seguir: tres gobiernos son responsables de semejante derrota.

Los isleños ya no podrán vivir de la pesca a menos que el sátrapa Ortega lo autorice (y lo hará con gusto buscando un referendo secesionista). También, habrá que revisar los TLC recientemente firmados debido a la pérdida de recursos renovables y de los otros que entraban en ellos. Llorando ahora sobre la leche derramada, tardíamente pretende el gobierno central consolar a los isleños con inanes discursos prometiendo el oro y el moro; el entristecido sanandresano ya no le cree, y su brújula puede cambiar de orientación pendejamente.

Centralismo ombliguero. Mientras los gobiernos andinocráticos tengan a nuestras islas y costas como sitios de vacaciones, rumba y buena comida, y residencia de indignos mestizos sin derecho a gobernar; y mientras los politiqueros costeños crean que su ejercicio oficial se limita a incumplir sus promesas vacías, ni los centralistas "costeñofóbicos" ni los costeños "andinofóbicos" ni harán ni dejarán hacer nada por las regiones marítimas, y Bogotá seguirá eternamente mirándose su ombligo como si fuera el centro del universo y fuente eterna de sabiduría, desperdiciando la más grande riqueza del mundo: el mar. ¿Qué hacer para cambiar éste disco rayado? Parecería que la perversa idea de mantener vivas las rivalidades regionales de nuestro país funciona maravillosamente: divide y gobernarás por siempre. Algún día llegará en el que entendamos que todos somos Colombia, que tenemos los mismos derechos y deberes, y que merecemos el mismo trato por parte de un gobierno elegido por la nación entera, o terminaremos como una colcha de retazos pegada con babas y cada región por su lado.

¿Hay solución? Se ha dicho tras el fallo de CIJ que algunos países no acatan resolución supranacional alguna si no favorece a sus intereses: nos consta de USA, China, Reino Unido, Rusia e Israel; igualmente, se habla también de Chile, Francia, Islandia, Sudáfrica y otros países que habrían desconocido mandatos de la CIJ sin sanción alguna.

¿Puede Colombia desconocer el absurdo pero inapelable fallo de La Haya sin consecuencias distintas a la guerra, como si fuésemos cualquier paisete bribón ajeno al derecho internacional? Tal opción merece un serio estudio jurídico no como contentillo anunciado por los heraldos de la prensa oficial, sino como búsqueda de posibles soluciones a las desastrosas consecuencias del parroquialismo gubernamental andinocrático y ombliguero.

Escatológico oscurantista. Aspiró a las más altas magistraturas, y terminó enquistado en el Senado de la República. Con un lánguido declinar, hoy escatológico remedo de sus pretensiones, demuestra su oscurantista intolerancia para atacar con supina ignorancia científica y a modo de melancólico gracejo a los gais, lo que produjo lástima.

Piense lo que quiera, pero su condición de parlamentario le obliga a cumplir y hacer cumplir la CPC, las leyes y las disposiciones de las altas cortes. Su manifiesta decadencia le ha marcado la hora del retiro para dar paso a personas tolerantes ajenas a la profundidad de la caverna añorando hogueras criminales para los demás. Esta, entre muchas otras razones, explica por qué la Costa Caribe no cuenta con candidatos respetables a la Presidencia de la República.