Oda a las mujeres

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



La mujer es la base de la paz. Sin ellas, la sociedad nunca progresaría, jamás habría paz y, quizás, ni la sociedad misma existiría como tal: solo tendríamos guerras entre hordas salvajes, luchas de poder y caos total.

El episodio de Lisístrata, traído a colación hace unos años como una huelga de piernas cruzadas para promover la paz en Colombia, es demostrativo de ello; la protagonista de la obra de Aristófanes lidera un movimiento de resistencia no violenta para poner fin a la Guerra del Peloponeso, con la simple negativa a las relaciones sexuales de las mujeres con los maridos combatientes. Recientemente, en Liberia y como parte del proceso de paz, la huelga sexual fue clave para el logro de la paz. Kenia, Turquía, Bélgica y Filipinas se sumaron a esa iniciativa que en Colombia también se propuso para terminar varias confrontaciones armadas. Si las mujeres dirigieran a los países, estoy seguro de que las guerras se librarían en los estadios, las galerías de arte o en los tablados, jamás con armas letales. Los ejércitos serían de artistas y deportistas, equipados de humor y amor. Aparto, claro está, a ciertos personajes femeninos de temer de quienes no me ocupo.

Gracias a ellas, la humanidad sigue su curso sin interrupciones. Madres incondicionales que perpetúan la especie, que con esmerado celo cuidan a sus críos, les educan, comparten sus deberes, les alimentan, cuidan de su salud y hasta se preocupan de sus futuras parejas. Regañan, joden, castigan y premian, alimentan, curan y atienden a padres e hijos. Sus nietos reciben mejores preceptos que sus retoños, mostrándoles los caminos aprendidos en el devenir vital. Consejeras inigualables, conducen a sus familias por caminos conocidos. Los grandes guerreros claudicaron ante sus mujeres; madres, hermanas, esposas, amantes o hijas cambiaron muchas veces el curso de la historia de manera favorable, así como también muchas guerras se libraron por ellas, o por sus decisiones. La historia de Helena de Troya da cuenta de lo primero; Olimpia, madre de Alejandro y esposa de Filipo de Macedonia, urdió la guerra en Grecia para afianzar a su hijo en el poder. Cleopatra generó la confrontación entre Egipto y Roma, mientras los generales Julio Cesar y Marco Antonio se enemistaron por su amor. Isabel I de Inglaterra y su prima María de Escocia enfrentaron a sus pueblos; la inglesa, a su vez combatió al Imperio Español de Felipe II, que empieza su declive con la derrota de la Armada Invencible en aguas británicas. Elena, madre de Constantino El Grande, es responsable en buena parte del crecimiento de la fe cristiana y su asentamiento en Roma.

Desde las primeras auroras de la humanidad, comparten sus oficios caseros con otras labores, y aun así, logran destacarse en mundos dominados por hombres. Cantantes, pintoras, escritoras, abogadas, científicas, estadistas o deportistas: ninguna actividad ha sido ajena a ellas su intelecto, diferente tal vez al nuestro, según dicen los eruditos. Muchas de ellas han sido tan influyentes que pudieron modificar la historia.

Marie Curie, Benazir Buhtto, Marilyn Monroe, Juana de Arco, Teresa de Calcuta, María Montessori, Indira Ghandi, Evita Perón, Florence Nightingale, Golda Meir, Frida Kahlo o Isabel La Católica. Musas, inspiraron por igual a músicos como Alejo Durán (muchos amores) o John Lennon (Yoko Ono); a pintores como Dalí (su inseparable Gala) o escritores como Borges (María Kodama fue su eterna compañera); Helô Pinheiro a Vinicius para ponerle letra a la música de "Garota de Ipanema" de Tom Jobim, y George Sand a Chopin.

Colombia también tiene su galería de mujeres extraordinarias: María Isabel Urrutia y Mariana Pajón han traído áureas preseas para el país, las únicas de la historia olímpica. Ana Galvis Hotz, la primera médica tuvo que graduarse en Suiza ante la imposibilidad de estudiar en Colombia.

El dictador Rojas Pinilla, después de permitir el voto femenino, designó a Josefina Valencia de Hubach en el Ministerio de Educación; por primera vez un mujer ocupaba una cartera ministerial: La lista se hace infinita a pesar de nuestro insensato machismo, lo cual prueba las capacidades de las damas: Socorro Ramírez se lanzó hace más de cuatro décadas como candidata a la presidencia con banderas que apenas recogen legisladores y magistrados actuales; la había precedido la Nena Rojas, precisamente hija de Rojas Pinilla.

Otras grandes mujeres colombianas, algunas de ellas bastante polémicas: María Mercedes Cuellar, Teresa Pizarro de Angulo, Leo Espinosa, Piedad Córdoba, Fanny Mickey, Cecilia López de Montaño, Deborah Arango, Pilar Moreno de Ángel, Esthercita Forero, Sonia Osorio, Delia Zapata y un larguísimo etcétera.

Ante la incuestionable valía de las féminas, de tan admirable talento, cabe una segunda pregunta a Dios: ¿cuál es el verdadero papel y el lugar de la mujer en el reino de los cielos?