Madame de Pompadour, en un día como hoy

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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



Un día como hoy, el 21 de septiembre de 1745, el rey Luis XV instaló en Versalles a su favorita Jeanne-Antoinette Poisson. Ese nombre no nos diría nada si a esa hermosa dama no se la conociera como Madame de Pompadour. Había nacido en París el 29 de diciembre de 1721.

Se casó a los veinte años con Carlos Guillermo Le Normant d'Etiolles, hijo de su tutor; pero cuando el rey la conoció, consiguió que se divorciara y de inmediato la llevó a su corte.

De todas las amantes de Luis XV Madame de Pompadour fue no solo la más célebre sino la que logró mayor influencia en la vida política del monarca. Compartió la cama del rey por poco tiempo, desde 1745 hasta 1751, pero continuó como su favorita, consejera, "amiga necesaria" y confidente hasta 1764, cuando falleció la hermosa dama. Acostumbrados como estamos a pensar que una favorita con la belleza y juventud de Madame de Pompadour no puede ser sino una figura decorativa en una corte como la francesa, nos equivocamos si juzgamos a esta marquesa como simple dama de compañía y motivo de vanidad para el rey. Claro que era su "maîtresse en titre" o amante titular.

La presencia de la marquesa de Pompadour fue benéfica al lado de Luis XV en Versalles. Ella favoreció el proyecto de la Enciclopedia de Diderot y acogió a los enciclopedistas. Fue protectora de Voltaire.

Se convirtió en mecenas de grandes pintores e impulsó la construcción de fábricas de cerámica de Sèvres, la ciudad que se distinguió en el mundo por prestigiosas obras de arte. Supervisó la construcción de monumentos tales como la Plaza de la Concordia. Siguiendo su gusto estético, Luis XV hizo construir para ella el Pequeño Trianón, en Versalles.

Su perspicacia y sagacidad le permitieron conseguir para el rey damitas jóvenes, "muy ligeras", para mantenerlo contento mientras ella se desentendía, poco a poco, de los trajines propios de las artes amatorias. Eso le sirvió para mantener siempre buenas relaciones con la reina. Y aunque el rey, además de marquesa le otorgó el título de duquesa, con derecho a sentarse frente a la reina, ella prefirió el rango de marquesa.

Los consejos de Madame de Pompadour al rey lo condujeron a varios litigios, entre ellos la Guerra de los siete años, en medio de la cual se libró la batalla de Rossbach. A raíz de la derrota en Rossbach el rey Luis XV pronunció la frase famosa que ha permanecido por siglos: "¡Después de mí, el diluvio!"

De Madame Pompadour se dice que "la creatividad corría por sus venas y tenía un fascinante don para conseguir todo aquello que se propusiera, ya que la seguridad en sí misma y esa altivez imperativa tan suya, enmarcada en exquisita delicadeza y elegancia, hacían rendirse a sus pies a cualquiera".

La marquesa de Pompadour marcó un alto estilo. Su nombre es sinónimo de elegancia y seducción femeninas: "peinado Pompadour". El color rosa clásico de las porcelanas de Sèvres es "rose de Pompadour". Se afirma, además, que la forma de las copas de champagne fue diseñada según el busto perfecto de la marquesa. No hay duda de que participó en la política de su tiempo, cuando Luis XV firmó la paz con Austria.

También fue determinante su influencia en la realización de la batalla de Fontenoy, en 1745. Una enfermedad desconocida invadió el cuerpo de la marquesa y la llevó a la muerte. Otras fuentes dicen que murió de tuberculosis y no falta quien asegura que fue envenenada.

Lo cierto es que poco antes de morir devolvió al rey todo lo que este le había regalado. Al ver pasar el ataúd de su amante, en una tarde lluviosa, el rey, de 54 años, expresó en forma que creyó jocosa: "La marquesa no tendrá buen tiempo en su viaje".