Romanticismo, Realismo y Naturalismo en literatura

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



Una indagación o encuesta a nivel mundial dejó en claro que las dos novelas más importantes del siglo XX son 'Ulises', del irlandés James Joyce y 'En busca del tiempo perdido', del francés Marcel Proust. En ambas no hay sino ficción, principalmente en la primera de ellas, que se basa en el héroe mitológico de La Odisea, de Homero.

En la literatura encontraremos romanticismo, realismo y naturalismo, entre otros "ismos" de menor importancia. Sin embargo "lo histórico", por muy mezclado que se encuentre con estos movimientos o escuelas, no podrá confundirse con lo novelesco. Le falta el elemento imaginario o fantasioso característico del cuento y la novela. Por esa razón 'El nombre de la rosa', de Umberto Eco, a pesar de parecer historia no es sino una novela histórica muy bien narrada y sumamente documentada.

Conviene señalar que una obra realista no es un reflejo fiel de lo que vemos. Esa obra será solo "verosímil", es decir, parecida a la realidad pero nunca real, calidad que ni siquiera la Historia logra alcanzar. También es cierto que las modas literarias, o movimientos llamados a veces escuelas, se suceden en el tiempo y por lo general presentan características antagónicas que sugieren la intención de unas generaciones de acabar con las tendencias literarias de sus predecesores.

En este comentario periodístico nos interesa referirnos al realismo y al costumbrismo en relación con el romanticismo, al cual suceden en el tiempo.

El Romanticismo, nacido en Europa con base en los deseos de libertad, evasión y culto a lo sensible, impone el predominio de los sentidos ante lo racional. El corazón gana esta partida frente al cerebro.

La literatura recurre a lo melancólico y encuentra en América el campo propicio que le brinda el paisaje y, en general, el ambiente creado por una vasta comunidad que a comienzos del siglo XIX se halla ante la liberación de sus territorios. ¿Qué hacer con una libertad anhelada pero para la cual no había una preparación adecuada? El romanticismo, con su postulado de libertad como bandera, ofrece un campo abonado a las antiguas colonias de España en América; en nuestro país florecería plenamente en 1867 con la novela 'María', de Jorge Isaacs. (Por favor, no mencionarla como 'La María').

En el Realismo el lector no busca la musicalidad ni el sentimentalismo que encontraba en el romanticismo. Por el contrario, se aprecia en sus obras la crudeza de un lenguaje que se esfuerza por copiar la realidad. Como ejemplo colombiano hay que mencionar 'La vorágine', de José Eustacio Rivera. Queda claro que los cambios en la sociedad brindan materia prima suficiente para que se produzcan estos cambios en la literatura.

La novela propiamente romántica fue cediendo el paso poco a poco a los hechizantes cuadros de costumbres. En España los antecedentes están en 'El Lazarillo de Tormes'. Aunque es el costumbrismo, con sus estampas pueblerinas, la fuente en la cual abreva la literatura realista, las obras costumbristas no tienen el rigor que demanda la Historia.

Las novelas de Tomás Carrasquilla son ejemplos incomparables del costumbrismo colombiano.

'Frutos de mi tierra', 'Grandeza' y 'La Marquesa de Yolombó' recogen la idiosincrasia de los pueblos antioqueños de la época del autor y contribuyen, de gran manera, al reconocimiento que nuestra literatura tiene dentro del amplio mundo de las letras españolas. Pero son solo novelas, no textos de historia. Igual ocurre con 'El general en su laberinto', de García Márquez. Pero… ¿no hablaremos del Naturalismo? Solo diremos que es la exageración del Realismo. En sus obras abundan los detalles desagradables, que bien podrían obviarse con el trato mesurado del realismo.