Tejiendo la paz

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Luis Tabares Agudelo

Luis Tabares Agudelo

Columna: Opinión

e-mail: tabaresluis@coruniamericana.edu.co


El acuerdo de paz entre el Estado y las Farc, marcó un momento histórico que prometía poner fin a décadas de conflicto armado. Fue recibido con esperanza por muchos, aunque también con escepticismo por una parte significativa de la sociedad colombiana. La firma abrió la puerta a una oportunidad sin precedentes para sanar las heridas de un país fracturado, sin embargo, el proceso ha revelado que alcanzar una paz verdadera y duradera es mucho más complejo de lo que inicialmente se podría haber imaginado.

Desde la academia surgen los estudios de paz como un campo interdisciplinario que busca entender las causas de los conflictos armados y la violencia, así como desarrollar estrategias para prevenirlos y resolverlos. Este campo abarca una amplia gama de temas, incluyendo la justicia social, la desmilitarización, la diplomacia, la resolución de conflictos, entre otros, con el objetivo de construir sociedades más justas y pacíficas.

En ese sentido, una de las críticas que se podría hacer en el contexto del acuerdo de paz es que, a pesar de los avances en los estudios de paz y teorías sobre cómo construir sociedades postconflicto, no se logró prever o abordar adecuadamente la división y el escepticismo dentro de la sociedad colombiana. La implementación del acuerdo ha enfrentado múltiples desafíos, desde la reintegración de excombatientes hasta la reparación de las víctimas, revelando que la firma de un acuerdo es solo el primer paso en el largo camino hacia la paz.

Mi sospecha sobre la sinceridad de las Farc en este proceso se intensificó cuando presentaron a la opinión pública activos irrisorios para indemnizar a las víctimas, como si objetos viejos y desgastados pudieran compensar el profundo dolor y las pérdidas sufridas. Esta acción, junto con la actitud de los excombatientes ahora en el Congreso, que evaden las responsabilidades y amenazan con abandonar el proceso cuando se sienten presionados o son requeridos ante la JEP, plantea serias dudas sobre su compromiso real con la paz.

Los estudios de paz, aunque proporcionan herramientas importantes para avanzar en la construcción, enfrentan el desafío de ser aplicados efectivamente en contextos postconflicto complejos como el colombiano. La dificultad no radica tanto en la falta de conocimiento sino en la implementación práctica de estos en situaciones donde las dinámicas de poder, los intereses políticos y las heridas históricas juegan un papel crucial.

Sin embargo, otro aspecto que también podría ayudar con el proceso de paz colombiano es la expresión estética de la paz y la participación activa del arte en la socialización de este ideal. El arte posee un poder transformador único, capaz de trascender barreras lingüísticas y culturales, para tocar las fibras más profundas del ser humano. La pregunta sobre si es posible la paz en el arte no solo es pertinente, sino esencial en contextos postconflicto.

Intuyo que la capacidad del arte para reflejar, criticar y proponer nuevas realidades lo convierte en una herramienta vital para la construcción de la paz. A través de la música, la pintura, la literatura, la poesía y otras formas de expresión, puede ayudar a sanar heridas, fomentar el diálogo y promover la empatía. En Colombia, diversas iniciativas artísticas han buscado precisamente esto, ofreciendo espacios para el recuerdo, el perdón, la reflexión y la esperanza. Estas expresiones son testimonios vivos de la resiliencia y la voluntad de paz del pueblo colombiano. Y, desde Brasil, la poesía y la realidad se podrían entrelazar en un abrazo que, a menudo, puede ser tanto doloroso como hermoso. La lucha de un país por superar décadas de conflicto armado, violencia, y desigualdad social me recuerda las palabras del poeta y músico brasileño Vinicius de Moraes, quien en su poema Mensaje a la Poesía, nos trae la imposibilidad de entregarse al encuentro con ella ante la presencia abrumadora de la tragedia y la desesperación humana.

PD: pareciera que el Estado Colombiano y las Farc firmaron la paz, pero la sociedad colombiana no.