Elogio al buen burócrata

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Afirmar que la burocracia competente es condición necesaria para que el estado pueda operar debidamente es una verdad incuestionable.  Sin un equipo idóneo, la visión de los líderes se queda en discursos.

Los grandes imperios no hubieran sido posibles sin burocracias competentes, e incluso algunos estudiosos de la Segunda Guerra Mundial sugieren que la real causa de ésta fueron los burócratas y no tanto Hitler.  En otras palabras, la burocracia fue la que realmente le dio dientes a los desvaríos hitlerianos.

Consecuentemente, el bienestar común depende de que la burocracia estatal sea idónea, entendiendo que la idoneidad incluye además de competencia técnica, valores y principios personales.  Idoneidad integral.  En tiempos recientes muchos países han hecho esfuerzos para hacer realidad este concepto por medio de la meritocracia con estabilidad en el tiempo; es decir por medio de la figura de la carrera administrativa.  La misión del burócrata es actuar conforme a la ley y asegurar que los actos de estado y del gobernante se ajustan a ella.  El know-how (saber cómo) de los tecnócratas es el gran diferenciador entre gobiernos exitosos y fallidos. El saber qué (know-what) es groseramente insuficiente. 

La gran causa del desastroso desgobierno Petro es carecer de un equipo idóneo, al cual además se le pide que actúe dentro de un marco ideológico obsoleto y dañino.  La des-tecnificación sistemática de las entidades claves del estado nos ha llevado al punto de caos, parálisis y colapso actual.  Cuando se prescinde de un burócrata eficiente y eficaz, se está prescindiendo de conocimiento y experiencia invaluables y se crean vacíos.  Y cuando la cortada de cabezas es a gran escala se genera caos.

El reciente bochornoso episodio en el ministerio de relaciones exteriores es uno de estos episodios.  Un burócrata de carrera conocedor de su trabajo y de la normatividad, en su entender creyó que adjudicar la licitación era lo ajustado a la ley; decisión que coloca en entredicho las verdaderas intenciones de Petro, Leyva y ahora Murillo.  Evidencia además que la cancillería está dirigida por una persona carente de las competencias necesarias.  Fue el mismo canciller Murillo quien le otorgó a Salazar las facultades para adjudicar la licitación.  Después del hecho salió a cuestionar la adjudicación.  O bien Murillo creía que adjudicarla era lo correcto y solo reculó cuando Petro lloró, o no sabía lo que estaba haciendo.  Ambos escenarios aterradores.

El ascenso de la Ineptocracia bajo Petro, podría pensarse que es una jugada estratégica para desmantelar la tecnocracia “neoliberal”, ya que es una talanquera insalvable para su visión país y universo.  El problema de éste plan es que no tiene una tecnocracia de su sabor y color ideológico para remplazarlos.  Lo que realmente ha sucedido es que los tecnócratas han sido remplazados por activistas, tuiteros y saltimbanquis variopintos con los resultados por todos conocidos: La paz total terminó en fracaso e inseguridad total, el agua de La Guajira en un torcido monumental, se perdió la Fórmula Uno, los Panamericanos, y así ad infinitum. 

Se gana con discursos y promesas, pero en la medida en que se gobierna exitosamente, las obras y ejecutorias hacen innecesarias las palabras.  Cuando un gobierno a mitad del camino todavía echa recurrentemente mano de la retórica y del espejo retrovisor y sigue vendiendo vientos, humo y utopías, es un gobierno inequívocamente fracasado.  Lícito es concluir que el gobierno Petro es un gobierno fracasado.  Vendió utopías irrealizables y su única explicación y justificación es que necesita más tiempo.  Cuando la visión es equivocada y se está rodeado de ineptos, ni siquiera la eternidad es suficiente; estamos en el reino de lo imposible.

En síntesis y comparando enajenados mentales, la gran diferencia entre Hitler y Petro es que este último es un loquito rodeado de incompetentes.  ¡Gracias a Dios!