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Columnas de Opinión
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Escrito por:

Tulio Ramos Mancilla

Tulio Ramos Mancilla

Columna: Toma de Posiciones

e-mail: tramosmancilla@hotmail.com

Twitter: @TulioRamosM



Si se la examina, podría decirse que en la última semana ha pasado de todo. En España, se cumplió la mera formalidad en el hemiciclo del Congreso de los Diputados consistente en reelegir a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, no sin antes ser amenazado en vivo por parte de los mismos cuyos votos le permitieron llegar al poder, los independentistas catalanes. Por algo le llaman traidor a España a este socialista, que ahora deberá pagar por lo que hizo. Casi al tiempo, en Argentina terminaron de decidirse por Javier Milei para la Presidencia, en detrimento del inverosímil candidato kirchnerista Sergio Massa, oportunista que se apresuró a reconocer la derrota (¿cómo obtuvo el dato antes que el poder electoral?) y a salir corriendo, con licencia, de la inflación interanual de 140%.

En Colombia, donde no tenemos a un Sánchez o a un Massa, pero sí a un Petro, el presidente aduce que los aires de recesión económica se deben a que la regla fiscal no sirve, y que por eso hay que romperla para que él pueda gastar más y “salvar” la economía. Igualmente, sigue achacándoles al Banco de la República y su alta tasa de interés el estancamiento, cuando está claro que lo que hace la banca central es controlar esa inflación de la que el Gobierno ni se entera. En otras palabras, todo es responsabilidad ajena. Así, al tumbar la Corte Constitucional la antijurídica prescripción petrista relativa a que el particular que explote recursos naturales no renovables debe pagar impuesto de renta sobre las regalías surgidas de esa actividad, el presidente no dudó en culpar a la Constitución.

A la misma hora de hacerse público el comunicado de prensa de la Corte Constitucional (qué insegura esta práctica de informar decisiones sin sentencia), la selección colombiana de fútbol sometía, con el cuchillo entre los dientes, al sudoroso Brasil. Como a los brazucas no se les puede ganar, porque se molestan, después del partido sus gorilas la emprendieron contra trabajadores de la Federación Colombiana de Fútbol. ¿Y la policía? Otros que no aceptan perder nunca son los argentinos; esto parecía entenderlo bien el árbitro colombiano que les pitó el partido ante Uruguay en Buenos Aires: en un lodazal de alocada parcialización del juez (ahí, con mañita, intentó arrinconar a los charrúas), la Celeste venció a domicilio a los campeones del mundo…, jugando contra doce.

Y, entretanto, la masacre de civiles en Palestina continuó, también durante la semana pasada, a pesar de los lamentos del secretario general de las Naciones Unidas, quien, sin embargo, no se atreve a calificar como crímenes de guerra lo que allí sucede porque no tiene un “mandato” para ello. La época de lluvias les ha llegado, a judíos y árabes por igual, no en vano comparten el cielo, por lo que en Gaza ya se alzan las voces de alarma sobre la desprotección de la población frente al frío y la humedad beligerantes. Esto no impidió que por Internet circularan imágenes de niños palestinos recibiendo con sonrisas y brincos el arribo del agua, que ellos asocian, siempre por su infancia, con un acontecimiento feliz. Hay algo que pesa al saber de seres indefensos que celebran la vida en medio de la muerte, como si esa inocencia suya fuera vergonzante aunque se mire hacia otro lado.