De “razas puras” y otras majaderías

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com

Otra estupidez que ha generado violencias aterradoras ha sido el asunto de las “razas puras”. Semejante barbaridad, nada nueva en la historia de la humanidad, trajo el holocausto nazi con millones de víctimas, no solamente los judíos aborrecidos por el régimen nazi como una “raza”, más allá de su religión: tambie´n sacrificaron a romaníes, polacos, afroalemanes, discapacitados, rusos prisioneros de guerra, disidentes, homosexuales, antisociales y testigos de Jehová, entre otros. Consideraban esos bárbaros que los arios puros, esa “raza superior” tenía el derecho y la obligación de eliminar a todas las “razas inferiores”. Mezclarse con otras “razas” conduciría a la impureza, degradación, degeneración y, finalmente, su desaparición. Ayudaron en esa tarea monstruos como Goebbels y Mengele, el de los atroces experimentos con seres humanos. Hitler, influenciado por un odio anitjudío que florecía en Austria desde tiempo atrás, afirmaba que Alemania había perdido la Primera Guerra por una “puñalada en la espalda” propinada por judíos y comunistas. Su solución consistía en expulsar a los judíos de la sociedad alemana; a su entender, eliminarlos completamente.

Siglos atrás, nos encontramos con los estatutos de “limpieza de sangre”, mecanismo discriminatorio contra los judíos y moriscos conversos impuesto por la monarquía española y el Reino de Portugal. Para los ibéricos, era necesario demostrar que se provenía de “cristianos viejos”; no podía la sangre “estar contaminada”, y ni siquiera el bautismo lavaba los pecados. La sangre transmitía cualidades morales que los judíos no podían cambiar a pesar de la conversión. Afirman autores como Jean-Frédéric Schaub, Max Sebastián Hering Torres o José Manuel Nieto Soria que el tal estatuto es la base del racismo europeo moderno.

El proyecto etnográfico de Nat Geo (830.000 participantes de 140 países) demostró que los humanos somos una mezcla de distintas etnias, de diversas procedencias: por ejemplo, hay muchas personas con igual fenotipo (manifestaciones externas como el color de la piel o el tipo de cabello) y distinta genética. En sentido contrario, hay genotipos prácticamente idénticos con diferencias sustanciales en su genotipo. La etnografía de Colombia demuestra al menos 80 grupos genéticos diferentes; los principales son los españoles, indígenas y africanos con numerosas entremezclas. Adicionalmente, los europeos participan con otros de 80 grupos genotípicos.

Cuentan que, cuando Argentina iba a enfrentar a Alemania en la final del mundial en México 86, los jugadores manifestaron que temían a la “superioridad” y potencia física de los teutones. Bilardo, el entrenador rioplatense, les dijo: “Superiores ustedes. Lleven a uno de esos alemanes a cualquiera de los barrios donde ustedes crecieron a ver cuánto tiempo resiste”.  Cada grupo étnico se ha adaptado a su entorno generando fenotipos diferentes según el medio ambiente en el que habita. Así, los nórdicos desarrollaron piel clara para sintetizar más vitamina D mientras que los africanos tienen piel oscura para defenderse del sol incandescente; la melanina aleja los mosquitos transmisores de enfermedades que abundan en las zonas del trópico, que no existen en regiones alejadas del ecuador. Son muchos los rasgos fenotípicos de adaptación étnica, pero jamás son ni representan “razas” y, menos, “superiores”.

Según la estupidez racista, ¿cómo podemos definir superioridad o pureza? Cada grupo humano se ha adaptado a su medio ambiente, no existe la “pureza racial”; actualmente hay cada vez mixturas genéticas. Si usamos ese criterio, ¿cuál es la “raza pura o superior”? Ninguna, me anticipo. Antiguamente, con la fuerza de las armas, los griegos dominaron al mundo; después, los romanos hicieron lo mismo. Persas, egipcios, chinos, españoles o anglosajones fueron preponderantes. Después de la Segunda Guerra, alemanes, estadounidenses o asiáticos dominan el planeta. Hoy, los chinos se anticipan a los demás y lideran el mundo. Pero, ¿pueden ellos sobrevivir en al Amazonas sin su tecnología? ¿Son capaces de vivir en la inhóspita África? No, definitivamente. Cada etnia, adaptada a su entorno, es superior a los demás; los otros son incapaces de sobrevivir en ambientes ajenos. Controlar la tecnología, la violencia o el comercio no hace a un grupo social superior a nadie.