Guerra de los Mil días y Tratado de Wisconsin

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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



Hemos leído de nuevo la obra ‘Gabriel García Márquez, una vida’, escrita por Gerald Martin, biógrafo inglés que se precia de haber seguido los pasos de nuestro narrador durante casi veinte años para dar a conocer en detalle episodios de la vida del Nobel colombiano. Este voluminoso libro (762 páginas) relata hechos importantes —muchos de ellos poco conocidos— del periplo vital del autor de ‘Cien años de soledad’. Al terminar la primera lectura del libro de Martin, pensamos que esta biografía quitaría interés a la segunda parte de ‘Vivir para contarla’, anunciada por Gabo; pero el propio autor cataquero nos quitó esa preocupación al declarar que no continuaría escarbando en sus recuerdos debido al deterioro progresivo de su memoria.

     En la obra de Gerald Martin encontramos una alusión a la Guerra de los Mil días. El autor se refiere a la firma del Tratado de Neerlandia, pocas semanas antes de la terminación de esa confrontación fratricida. Dice en la página 41: “Diez días después, el 24 de octubre de 1902, los dirigentes conservadores y Uribe Uribe, con sus respectivos jefes del Estado mayor, se encontraron en la plantación bananera de Neerlandia, no lejos de Ciénaga, para firmar el tratado de paz”. Como paréntesis valioso, debemos señalar que por los liberales firmó el tratado el coronel Nicolás Márquez Mejía, abuelo de García Márquez. Por los conservadores, estampó su firma José María Valdeblánquez, hijo natural del veterano coronel.

     Es conveniente agregar, como complemento de la cita de Martin, lo siguiente: El general Benjamín Herrera, aliado con Uribe Uribe en estos episodios bélicos, se encontraba en Panamá en busca de ayuda para continuar la guerra; al conocer la decisión de Uribe Uribe, Herrera pactó la paz en el acorazado norteamericano Wisconsin, surto en la bahía de Panamá, el 21 de noviembre de 1902. La guerra se había iniciado en octubre de 1899.

     De la Guerra de los Mil días se ha hablado mucho en los pueblos de la Costa Atlántica, pues no pocos combates ocurrieron en nuestros territorios. En Santa Marta alcanzamos a conocer a una de la ‘generalas’ de esa contienda. Se llamaba María Vanegas. Era tan difícil comprobar la legitimidad del rango militar que ostentaba esta matrona como dejar de admirar la abnegación y penurias que las mujeres tuvieron que soportar mientras seguían a sus varones en la lucha o se las ingeniaban para visitarlos en las cárceles enemigas.

     Aparte de los datos verídicos que nos brinda Gerald Martin en su extenso libro, es apenas justo destacar la presencia de las mujeres en la Guerra de los Mil Días. Participaron en esta contienda a pesar de las prohibiciones perentorias que existían al respecto, desde 1819. Ese año, el Ejército de la Nueva Granada ordenó: “No marchará en la división mujer alguna, bajo la pena de cincuenta palos a la que se encuentre; si algún oficial contraviniere esta orden, será notificado con severidad, y castigado severamente el sargento, cabo o soldado que no la cumpla”.

     La Guerra de los Mil días dejó más de cien mil muertos, según los historiadores. Muchas fueron las batallas en esta guerra. Se mencionan siempre la de Peralonso (15 de diciembre de 1899), ganada por las huestes liberales, y la de Palonegro (26 de mayo de 1900), en la que hubo más de mil muertos conservadores y alrededor de mil quinientos liberales. Peralonso pudo ser definitiva, pues los conservadores se batieron en retirada, pero el general Gabriel Vargas Santos, jefe de los liberales, se negó a perseguirlos por considerar deshonrosa esa actitud. Ocurrió entonces lo de Palonegro, con victoria para los conservadores; se entronizaron la brutalidad y la sevicia en los combates. Y comenzó, agregamos nosotros, la hegemonía del partido conservador, que gobernó hasta 1930.

     La paz de Wisconsin cumple, pues, un aniversario más. El acorazado que ostentaba ese nombre permaneció vigilante frente a la bahía de Panamá para garantizar que ese antiguo departamento colombiano pasara a manos de Estados Unidos mediante un negocio oneroso y humillante para Colombia. Desde la firma del tratado de Wisconsin hasta ahora, han pasado ciento veintiún años y no se nota que en nuestro país la violencia haya tenido interrupciones. Para no dejar en el olvido esa fecha memorable para los colombianos, consignamos estas notas antes de que termine este mes de noviembre.