Escrito por:
Francisco Vásquez Atencio
Columna: Opinión
e-mail: francisco.vasquez.atencio75@gmail.com
Twitter: @franvasquez_06
De lo referido en el artículo anterior sobre esté preocupante tema, que llamarnos debe a ocuparnos de él con la reflexión, seriedad y solución de imponer debiera, podemos extraer como conclusiones que sí o sí importa acelerar al máximo el proceso de eliminación de la pobreza extrema, puesto que tal situación nos obliga asumir con responsabilidad el compromiso de ponerle fin; más cuando estamos en un momento en que se combinan los éxitos de decenios anteriores con perspectivas económicas mundiales cada vez más favorables para dar a los países en desarrollo una oportunidad de poner fin a la pobreza extrema haciendo que a esas propicias circunstancias se sumen objetivos claros y medidas de peso que viabilicen para la historia esa oportunidad.
Poner fin a la pobreza no es ni será fácil, menos cuando es extrema, por lo que debemos esforzarnos en alcanzar esa meta, es una tarea cada vez más ardua, porque quienes sigan sumidos en la pobreza serán aquellos a quienes resultará más difícil llegar, puesto que muchos viven en zonas densamente pobladas y es bastante lo que necesitan los habitantes en ese estado, tal como una mejor infraestructura, más sólidos sistemas de educación que preparen a los alumnos para ingresar en la fuerza de trabajo y una mayor inclusión de las mujeres y otros grupos sociales vulnerables.
No se justifica bajo punto de vista alguno, que muchas personas sigan atrapadas en el entorno de la pobreza encerrados en ciclos de conflictos y fragilidad. Una proporción sustancial y creciente de pobres viven en territorios frágiles o afectados por conflictos, donde la necesidad del desarrollo y los obstáculos que se oponen a su consecución tienden a ser los de mayor magnitud. Los territorios frágiles deben ocupar un lugar frontal y central en todo programa de eliminación de la pobreza extrema; no obstante saberse que el desarrollo en ellos es difícil, pero contando con enfoques innovadores es posible progresar, en lo que ayuda capacitar a voluntarios en la utilización de teléfonos inteligentes que les dé una mayor sensación de pertenencia.
Es ir tras la posibilidad de aprovechar oportunidades de inversión en distintos sectores, apostarle a las rupturas en beneficio colectivo, superar los riesgos que supone operar en territorios frágiles, implementar programas coordinados con las comunidades nacionales e internacionales, y con los gobiernos locales para alcanzar resultados transformadores. Se trata de acumular lecciones sobre cómo lograr estabilidad política, seguridad y desarrollo económico.
Conveniente en todo lo cual, fomentar una prosperidad compartida en materia de desarrollo que ayude a eliminar la pobreza extrema, puesto que no basta solo combatirla, sino realizar una labor colectiva tendiente a ayudar a todas las personas vulnerables, de todas partes, a superar ampliamente el umbral de la pobreza, en lo que se impone centrar la atención en la equidad, lo que constituye aspecto central en cuanto a fomentar una prosperidad compartida, lo que debe ser un todo responsables en cuanto a políticas con visión de futuro sin inequidad, desigualdad ni exclusión, crear oportunidades económicas para los habitantes vulnerables de los territorios mayormente afectados y llevar el crecimiento a los hogares de las personas pobres y en situación relativamente desventajosa; de igual manera, ayudar a quienes poco antes hayan superado la pobreza extrema a obtener los recursos que necesitan para ingresar en la clase media y hacer que los logros alcanzados los hagan sostenibles social, fiscal y ambientalmente hablando.
Es claro que la prosperidad debe compartirse en forma amplia, soportarla en un proceso de desarrollo que abarque a todos los miembros de la sociedad, especialmente las mujeres y los jóvenes, para que así las tensiones no alcancen punto de fractura, en la verdad que ella, la prosperidad no solo debe ser compartida por personas, comunidades y naciones, sino que además debe ser intergeneracional. Si no actuamos de inmediato para frenar lo malo y peor que nos afecta, legaremos a las generaciones por venir un mundo que no será mundo; de ahí que importante sean más inversiones en una producción agropecuaria inteligente en relación con el clima, y alianzas innovadoras para crear ciudades más limpias, asegurar que los proyectos atiendan la necesidad acuciante de abordar la cuestión verdaderos cambios y transformaciones positivas en todos los órdenes y niveles.