Elecciones a casi un tercio de término

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Tulio Ramos Mancilla

Tulio Ramos Mancilla

Columna: Toma de Posiciones

e-mail: tramosmancilla@hotmail.com

Twitter: @TulioRamosM



Los petristas contradicen a quienes pensamos que, en efecto, las votaciones territoriales del domingo son un plebiscito de hecho acerca del paquetazo de reformas que este Gobierno pretende todavía implantar en la vida de la generalidad de los colombianos, so pretexto de que para eso eligieron a Gustavo Petro como presidente. Como se sabe, ello es esencialmente falso debido al patente rechazo que las tales propuestas de supuesto cambio padecen en la conciencia ciudadana; y que, si no se han hundido en el Congreso de la República, es porque no se puede confiar en la independencia, la representatividad y la honestidad política de los mandatarios del pueblo en el Legislativo. Ciertamente, esos proyectos de reforma siguen vivos merced a que el control político a Petro en catorce meses largos ha sido minoritario, descoordinado, y, sobre todo, venal y cobarde.

Ahora que ya es sabido con certeza de qué se trata este Gobierno, y hasta dónde pretende llegar, hay que votarle un poder Ejecutivo local equilibrador. No de otra manera se logrará capitalizar el bien ganado desprestigio del Ejecutivo nacional, basado en investigaciones judiciales en desarrollo, exceso populista de gasto público, intentos reiterados de desintitucionalización, otorgamiento de beneficios a delincuentes, desorden, improvisación, desgobierno, caos, inflación, verdades a medias, y todo lo demás. Debe castigarse a Petro y sus huestes en las urnas y, para ello, la gente haría bien en elegir con criterio pragmático desde las regiones.  Así, nunca antes fue tan útil el famoso concepto del voto útil; es decir, votar por el que a uno ni le gusta solamente por evitar un mal mayor.

En esas estamos, pues para que no pase lo de Venezuela, algo que amenaza con repetirse en los aturdidos Chile y Argentina, hay que parar el problema desde mucho antes de que este se fortalezca a tal punto de que sea imposible sacarlo del poder. Ha quedado claro que, una vez se ha hecho con el dominio del presupuesto público, es muy difícil evitar que la izquierda extrema siga “ganando” elecciones, como ocurrió el domingo último en el sur del continente. Allí pasaron cosas turbias y la gente ya ni reacciona. Pero, para reaccionar, los colombianos sí estamos aún a tiempo, deteniendo al mal gobierno en el puesto de votación, con la cédula de ciudadanía y el bolígrafo en la mano.

Solo así sería posible garantizar que los treinta y tres meses y pico que le restan al Gobierno sean de los de la preparación para su salida pacífica y democrática; y, a la vez, los de la aireación de su humareda de negatividad, a fin de que la recuperación económica, social y, especialmente, moral, sea más rápida. El año 2022 fue el de la equivocación, motivada por el hastío hacia la clase política nula y corrupta causante del atraso histórico. (¿Quién lo puede negar con seriedad? Con pocas excepciones, ello ha sido así). 2024 puede ser el año de la expiación desde las buenas decisiones de hoy, que no pueden ser dejadas en manos de los demás, y que, sin embargo, tienen que ser tomadas con firmeza desde una posición individual. Eso sí, en uno y otro caso, la condición que asegura la calidad de la opción elegida es la convergencia en una idea fundamental: hay que corregir el rumbo.