Autonomía, cualidad esencial del principio federalista

Columnas de Opinión
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La única manera de volvernos un estado federal no es elevando a rango constitucional ésta forma de organización territorial. Existen otros caminos para hacerlo, entendiendo que lo que busca desarrollar el principio federativo es el autogobierno, para que las diversas porciones de un estado se gobiernen autónomamente, conforme a sus particularidades. Así las cosas, Colombia podría convertirse, de facto, en un estado federal, si se realiza la devolución de competencias y recursos del nivel nacional a las entidades territoriales que permitan el manejo autónomo de sus asuntos, en el marco del estado unitario vigente desde la constitución de 1991.

Lo anterior porque las formas de organización territorial estatal puras no existen, dado que “podemos encontrar estados federales fortísimamente centralizados, como México y Argentina, o estados unitarios con espíritu descentralizador como Colombia y Ecuador”, por ejemplo, tal como lo señala el constitucionalista español Antonio De Cabo De la Vega.

De manera que, por este camino de devolución de competencias y recursos podremos convertirnos, progresivamente, en un estado federal, sin necesidad de modificar el art 1 de la CP 91, que lo consagra como estado unitario, pues la cualidad esencial del principio federativo es la autonomía… y al tener nuestras entidades territoriales la posibilidad de autogobierno seríamos en la práctica federales.

Este camino señalado coincide con una de las varias estrategias que existen dentro del marco de la constitución del 91 para hacer la reforma federal, según lo afirmó el Dr. Augusto Hernández Becerra en el foro internacional por una Colombia federal celebrado el pasado mes de julio en Santa Marta: “1. Se puede convocar a una asamblea constituyente para establecer la forma federal con todas sus elementos característicos; 2. Puede ser, en cambio, una reforma constitucional, por medio de un referendo, mediante ley que en todo caso requeriría la aprobación de la mayoría de los miembros de ambas cámaras del congreso; 3. Podría tratarse de un cambio constitucional parcial, mediante un acto legislativo, aprobado por el congreso, para introducir algunos unos elementos básicos del sistema federal; 4. O en último lugar, podría tratarse de cambios quirúrgicos y puntuales, de orden constitucional o legal, que encaminen progresivamente la organización territorial hacia las proximidades del federalismo(…) Como la política es el arte de lo posible me inclino por una estrategia de cambios cuidadosamente seleccionados y planificados que formarían un nuevo proceso de descentralización, que con ventajas sobre el que arrancó en el 91, se trazaría propósitos concretos y verificables y tendría como norte transformar la organización territorial bajo la inspiración del principio federalista”.

Si bien es preciso explicitar cuales serías las acciones, de esta cuarta estrategia, para lograr la activación del congreso, dada la sistemática omisión legislativa relativa que ha exhibido en los últimos 20 años sobre el asunto de la organización territorial, su impacto sería menor que si optamos por la primera o segunda estrategia reseñadas, porque “esto de ir al federalismo de golpe y porrazo, en un solo acto masivo, no es muy viable en la medida que no haya previamente un acto de conciencia colectiva nacional acerca de la necesidad del federalismo, pues (…) las reformas federalizantes deben ser dosificadas y progresivas, para dar tiempo a que la administración pública, el sistema político, la economía, la sociedad y los propios departamentos se vayan adaptando a los nuevos arreglos institucionales, a la nueva distribución de roles, y a las nuevas reglas de la planeación del desarrollo”, afirma Hernández Becerra, dada la necesidad de sumar fuerzas políticas, necesarias para alcanzar la transformación federal a la que se aspira, similar a la conquistada con la constitución de 1853 ”que abrió el camino a la federalización…la gran reivindicación del partido liberal, la autonomía de las regiones…fue aprobada con el voto mayoritario de los conservadores”, según lo señala el historiador Álvaro Echeverry.