Que no quede en impunidad la masacre de los indígenas en Maicao

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jesús Iguarán Iguarán

Jesús Iguarán Iguarán

Columna: Opinión

e-mail: jaiisijuana@hotmail.com


El pueblo colombiano desde hace mucho tiempo ha venido reclamando seguridad, por su vida, por su honra y por sus bienes, pero ésta justa petición le ha sido al Estado difícil poner en práctica, a diario nos comunican “que no debemos aplicar la justicia por nuestras propias manos, que no nos quedemos callados, que denunciemos”.

Hay que analizar que la justicia que nos rige está lejos de ser rápida, pronta, eficaz y oportuna. Ella a contribuido a generar incomprensión y desconfianza a los colombianos que no colabora con decisión y entusiasmo en el éxito de las investigaciones porque la considera engorroso, deficientes impropias y muy lentos sus procedimientos, en general la mayoría de los ciudadanos la consideran inútiles.

Lo que sí es cierto, es que la evolución de la delincuencia sigue su marcha imparable desestabilizando la sociedad, ya son cercanas a nosotros bandas criminales dedicadas al asesinato, al secuestro y a la extorción con fines terroristas, el Gobierno se muestra impotente ante esta penosa realidad. El crimen organizado se alimenta de diferente forma de colaboración, las cuales son susceptible al control estatal.

La actitud deshumanizada del delincuente para lograr su objetivo, que no solamente pasan por conseguir perpetrar de manera exitosa en los ilícitos, sino también por asegurar su impunidad. Este se observó el pasado lunes en la población de Maicao donde ya no vacilar en penetrar en los hogares y eliminar las víctimas, aunque no opongan resistencia. Las jóvenes Arlenis de (18) y Rosaura de (23) Ramírez Jayariyú fueron asesinadas cuando quisieron cubrir con sus cuerpos la humanidad de su padre, quien también fue lesionado por las balas asesinas, Nelson Enrique Ramírez el padre de las criaturas se encuentra en una clínica de la población en estado crítico.

Como queda visto, no solo se ha presentado una metamorfosis del delito, sino que el resultado obtenido en ella ha permitido la profesionalización del delincuente, convirtiéndose éste en un verdadero criminal, en el depredador de la justicia y el evasor de los medios coactivos del Estado.

La evolución de la delincuencia ha logrado que el ciudadano pierda su valor civil y se abstenga de denunciar los delitos por encontrarse solo desprotegido, sin instrumento adecuado con qué defenderse, queda a merced de un monstruo de mil cabeza, que lo persigue, lo amedrenta, lo amenaza lo ataca suficiente para que abandone su labor o su patria, de lo contrario quedaría convertido en otro trágico recuerdo de aquellos que solo en pocas ocasiones despiertan del  letargo de la cotidiana impunidad y los llevan de nuevo a pensar que aún nos queda tiempo por arreglar este entuerto así parezca una quijotesca tarea.

Si no adquirimos conciencia de que hoy por hoy el delito golpea a nuestro país a través de mecanismos criminales de instantáneos resultados, desestabilizándonos en persecuciones a veces imperceptible pero de contundente ferocidad y barbarie, si no tomamos conciencia diáfana de que la colaboración para luchar contra el crimen masificado no es problema de imposición o de galopante unilateralidad egoísta, si no pensamos como comunidad unida con un propósito generalizado y común de aplacar los tentáculos de la maldad hecha telaraña, las luchas no pasaran de ser valientes conductas de Quijote que terminarán en la frustración y en la anarquía.

   Podemos juzgas que la situación actual del país es de la más alarmante gravedad, y que ha llegado el momento que el Gobierno adopte medidas supremas, de las cuales penden la suerte de las instituciones y el porvenir de la nación.

Pueda ser que la masacre que el pasado lunes desestabilizó el pueblo de Maicao, se le trate con el mismo empeño que se les dio a los niños indígenas sobrevivientes del accidente aéreo que ocurrió en una de las selvas de Colombia, para que se aclarezca de manera oportuna la masacre que hoy tiene en vilo a los indígenas de la población maicaera.