Entre el caos y el desgobierno

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



A escasos siete meses del gobierno Petro, el caos y los escándalos amenazan con hundir el barco. Ya habíamos advertido que el querer cambiar todas las variables al mismo tiempo, algunas complejisimas, llevaría al caos y a la ingobernabilidad, y esto es exactamente lo que está sucediendo.

Rememoremos algunos acontecimientos recientes: Hijo y hermano acusados por recibir dineros de fuentes non sanctas, tres ministros echados a sombrerazos, el secuestro de policías y trabajadores y el asesinato de uno de los policías, Consejo de Estado le dice no a facultades para regular servicios públicos, Fiscal General no jalándole a pretensiones de dar impunidad y descubre mico en proyecto para darla, orden público alterado por protestas y masacres y por último, partidos que son supuestamente parte de la alianza muestran signos de independencia y le ponen líneas rojas a proyectos de ley del gobierno.

Son varias las razones de este caos y desgobierno, pero me limitaré a tres.  La primera ya la mencioné que es que el que mucho abarca poco aprieta.  Querer solucionar todo al mismo tiempo no es posible.  Entonces el presidente no tiene una agenda concreta priorizada eficientemente, y si no hay norte, pues nadie sabe para dónde ir.  Problema grave cuando quienes lideran carteras importantes son activistas y no conocedores de los sectores.  El exministro Gaviria en una entrevista concedida a Semana decía que al gobierno le faltaba disciplina y método, lo cual es cierto, pero el problema es de mucho más fondo.

Doy un ejemplo, haciendo referencia a la terquedad de Petro con la atención primaria en salud.  Claro que es siempre deseable, pero si se organizan las ideas, la mejor medicina preventiva es que todos los colombianos tengan agua potable, alcantarillado y una alimentación balanceada.  O sea, el tema de salud que tanto le preocupa al gobierno, debe comenzar a solucionarse con infraestructura básica.  Además, mataría varios pájaros con un solo tiro, que en tiempos de estreches es lo deseable.  Proyectos que sean soluciones de alto impacto.  Es claro que Petro nunca se preparó para gobernar.

El segundo problema es querer gobernar con ideología y no con lógica y pragmatismo.  Esto explica porque la ministra Corcho le ganó el pulso a Gaviria, en quien veía su mayor contradictor y crítico dentro del mismo gobierno.  Esto complica la gobernabilidad porque se estructuran proyectos sobre estas líneas y al llegar al congreso son recibidos con escepticismo y resistencia.  

Y la tercera es el presidente mismo.  Varias personas han mencionado un rasgo de su personalidad en la cual aparentemente escucha las críticas, pero al final hace lo que tenía pensado desde el inicio; o sea, al final no escucha. El mismo Gaviria así lo intuye.  La raíz de esto es el verse a sí mismo en una dimensión mesiánica que lo lleva al dogmatismo y a exigir lealtad, ante todo. 

Esta misma dimensión mesiánica aunada a una necesidad patológica de ser el centro de atención, lo lleva a meterse donde no debe, criticando otros gobiernos de la región, lo cual ha generado roces innecesarios.  

Al final del día, es un gobierno disperso que refleja la personalidad del presidente, quien opina sobre lo divino y lo humano, pero no hace nada.  Se la pasa todo el día casando peleas y vendiendo humo por Twitter mientras el país se descuaderna a pasos agigantados.

El escudero Bolívar, consciente de lo que sucede, pide desesperado a los ministros que ejecuten, que la financiación ya no es problema. ¿Qué ejecuten qué?  Además, la financiación es solo una de las variables.  Es imposible instalar la ventana de la casa si apenas se están poniendo los cimientos.  

Irónicamente, el desgobierno Petro llevará a una corrección histórica que no será otra que un Bukele a la colombiana.