Con la salud de los colombianos no se juega. La obsesión de Petro por destruir el sistema de salud ha comenzado a generar fisuras dentro y fuera de su gobierno. La semana pasada Cesar Gaviria le pidió a su bancada de congresistas no dejar destruir el sistema de salud. Pero quizás las críticas más agudas y debidamente sustentadas provienen del interior del gobierno en la voz de Alejandro Gaviria, quien fue ministro del ramo por varios años.
Los medios conocieron un documento de Gaviria en el que criticaba a su colega, y le decía palabras más, palabras menos, que desconoce totalmente el tema. Entonces no puede pretender resolver un problema si no lo entiende. Lo cierto es que a la fecha, no se conoce el borrador de la reforma. Pero si Gaviria critica, por algo será.
Ojalá lean el documento de Gaviria porque me parecen acertadas sus críticas. Considero que el sistema de salud colombiano es muy bueno, máxime si se tiene en cuenta nuestras posibilidades económicas. Una reciente encuesta de Invamer muestra que el 70% de los colombianos están satisfechos con el sistema. No que no tenga problemas porque si los tiene. Todos sabemos la gran corrupción en el sector, del cual forman parte las EPS. Hemos tenido sonados escándalos de ingrata recordación. Pero el problema es la corrupción, o los corruptos, no el sistema. Cualquier reforma que se proponga debe construir sobre lo que funciona y corregir aquello que no funciona. Estatizar el manejo de la salud es la fórmula del desastre y eso ya lo vivimos. La corrupción sería peor con afectaciones graves en la eficiencia y manejo. Ahora, si lo que Petro quiere es crear las condiciones para robar, entonces, la reforma es más que idónea y necesaria.
En estos temas las comparaciones son buenas porque nos ayudan a tener expectativas razonables. En los países de la OCDE el gasto en salud representa alrededor del 10% del PIB. Sin embargo, el servicio se ha deteriorado ostensiblemente. En septiembre del 2022, una encuesta de Ipsos en donde se preguntaba sobre la satisfacción con los servicios locales de salud, hubo un descenso notable en las personas que lo calificaron de bueno o muy bueno. Hoy se espera a una ambulancia más de hora y media y para hacerse un ultrasonido no es raro tener que esperar dos años, y así sucesivamente.
Uno de los temas fundamentales que planteó Gaviria en su documento fue el de la heterogeneidad del territorio. Creo que aquí está gran parte del problema que hay que resolver. Colombia es un país diverso que tiene zonas cercanas al mundo desarrollado y zonas cercanas a la edad de piedra. Obviamente, lo más cercano al primer mundo ofrece lo mejor que tenemos, en todos los aspectos valga la pena anotar. Lo que dice Gaviria es que hay que lograr que las zonas cercanas a la edad de piedra tengan también acceso a salud de calidad. Destruir lo que existe y que funciona bien no resolverá lo que funciona mal en la periferia del país. Tan no lo resolverá, que en una ciudad como Santa Marta, que no es tan periferia, un movimiento político que nos ha gobernado por tres periodos, ha sido incapaz de construir y terminar unos puestos de salud. Les tomó unos pocos días destruir los que había y van más de doce años y nada o a medias.
El problema comienza por tener a la cabeza del ministerio de salud una persona que salió de mala manera de un cargo menor en la alcaldía de Bogotá. La ministra Corcho quizás será muy buena activista, pero carece de las competencias mínimas para liderar un ministerio tan importante. El otro problema es que las promesas de campaña se hicieron con base en mentiras, y entonces quieren resolver problemas que no existen. ¡Qué problema!