Como siempre ha sido y será costumbre de cada ser humano realizar un balance de lo positivo y lo negativo del año anterior o está próximo a terminar, para de esta manera proyectarse al nuevo año con nuevos ideales y metas a proseguir no solo para él, sino para su familia y desde luego para su contexto social en el cual se desenvuelve.
En estos instantes viene a mi mente un pasaje de las Sagradas Escrituras, en donde el profeta Isaías hace referencia al año agradable del Señor, donde cada uno sin distingo alguno de color, raza, credo o nacionalidad, acepte a su semejante, evite por todos los medios de sacarle provecho y por todo lo contrario le brinde el bienestar que nosotros deseamos tener en forma individual a nuestro prójimo, que es en esencia el verdadero secreto de la felicidad, vivir para los demás, pues el mismo apóstol Pablo lo dijo, pues nadie vive para sí o muere para sí, no solo isla, todos hacemos parte de este basto planeta y somos interdependientes los unos de los otros.
Estoy seguro que algún escéptico se preguntará: ¿bueno y como se logrará esto? porque estamos acostumbrado a mirar al otro como nuestro enemigo, al hombre como lobo del hombre como dijera Rousseau es casi imposible cambiar nuestra naturaleza animal.
La respuesta es sencilla, tenemos primeramente que reconciliarnos con Dios, darle el primer lugar, amarlo con todo nuestro corazón, mente y fuerza, y una vez hagamos esto vendrá la segunda parte, y es amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, y de esta manera esto seguro que tendremos un año agradable y los deseos de nuestro corazón se nos concederá y lograremos el objetivo de vivir en armonía y felicidad para nuestro semejante y nosotros.
Les deseo un feliz y bendecido año 2023 a todos los amables lectores de EL INFORMADOR.