Azúcar y negocios

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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Cada año, el mundo produce 1.700 millones de toneladas de azúcar.

Los países del BRIC (Brasil, Rusia, China, India) dominan el mercado mundial, con un 75% de la producción mundial. Sólo Brasil produce el 40% del azúcar mundial; Rusia entró en el juego gracias a la remolacha. Aproximadamente, un 80% del azúcar proviene de la caña; el resto, de la remolacha azucarera. Los principales consumidores son la India, Unión Europea, China, Brasil y Estados Unidos, con un 50% del consumo total. El promedio mundial es de 25 kilos/ persona/año, y aumenta a razón de 1,5 a 2% anualmente. 

Por otra parte, el bioetanol producido a partir del azúcar ha venido creciendo de manera sostenida en este siglo. Hacia 2000, Brasil lideraba el ranking; hoy, Estados Unidos lo supera; bastante lejos están China, India y Canadá. En el mundo se producen 120 millones de metros cúbicos cada año; la transición mundial hacia las energías limpias ha estimulado el consumo creciente de bioetanol y biodiesel, mitigando un poco el impacto de los combustibles fósiles. Su consumo está concentrado en Estados Unidos y Brasil, muy lejos de China, Canadá e India. Obviamente, no es la solución a la gran contaminación ambiental, pero algo ayuda. 

Los azúcares son un componente natural de la fruta, la verdura, la miel, los lácteos y, en menor medida, de los cereales; el azúcar más empleado en nuestras cocinas es la sacarosa (azúcar de mesa). La industria alimentaria utiliza el azúcar en panadería, pastelería, bizcochería, galletería, confitería, heladería, bebidas y conservas, principalmente. Más allá de endulzar, aporta textura, volumen y color a los alimentos. Sin embargo, el incremento sostenido en el consumo de azúcar ha encendido las alarmas y las autoridades sanitarias promueven su reducción; buena parte de la industria ha respondido favorablemente, siempre que sea técnicamente posible y no altere las características de los alimentos. Más, las reformulaciones alimentarias a veces son complicadas, y reducir el azúcar no necesariamente significa una reducción calórica. ¿Funcionan realmente los alimentos "bajos en azúcar", "con menos azúcar" o “sin azúcar añadido” en términos de calorías? Hay grandes debates al respecto.

Alrededor de todo esto hay otras industrias lucrativas que promueven la atención en salud; la diabetes tipo 2, particularmente, es un rico filón de dinero. Los avances científicos y la industria farmacéutica han contribuido a controlar las secuelas de ese padecimiento más que a prevenirlo. Esta dolencia tan difundida en el mundo puede revertirse en buena parte o totalmente con estilos de vida saludables y mucha disciplina, claro está. No obstante, con frecuencia se opta por incluir a los pacientes en terapias farmacológicas innecesarias más que promover masivamente hábitos que puedan contribuir a controlar la diabetes, como la reducción del consumo de azúcares añadidos y de alimentos ultraprocesados, de frituras y carnes rojas; de aumentar el consumo de verduras y frutas enteras a cambio de jugos, realizar actividad física regular, evitar alcohol y tabaco, sueño adecuado, etc.

Hace unos meses, un documental de la Deutsche Welle alertaba acerca de nuevos medicamentos, mucho más costosos, pero de similar efectividad a los actuales, con una significativa carga económica para las personas y los sistemas de salud; son más de USD 46.000 millones que venden las farmacéuticas anualmente, y contando; los equipos caseros para diagnosticar los niveles de azúcar en sangre son cada vez más sofisticados y, también, de costo creciente; además, pueden inducir al excesivo uso de medicación, nunca inocua. Cuando no se controla debidamente, este padecimiento de la sociedad moderna conlleva a graves secuelas como los daños oculares, amputaciones o infartos cardíacos, por poner unos ejemplos, carga que recae en las finanzas públicas.

Una bomba sanitaria asociada también al creciente consumo de grasas poco saludables de bajo costo que llega fácilmente a los hogares, ocasionalmente promovidas por asociaciones científicas. Panorama nada fácil que obliga a las autoridades sanitarias y profesionales de la salud a trabajar intensamente en la prevención de muchas enfermedades no transmisibles y evitables.