Goethe y Fausto

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Cuando escribí acerca de las casas del diablo en Colombia me centré particularmente en la de Ciénaga, una bellísima edificación hoy abandonada, con su propia leyenda de un acuerdo fáustico, el hilo que une todas esas historias. Esas ficciones aparecen desde los tiempos bíblicos con la incitación a Eva. Pero no siempre gana el demonio; fracasó cuando tentó a Jesús.


En Occidente surgen numerosas leyendas de pactos demoníacos; el Fausto de Johann Wolfgang von Goethe toma leyendas alemanas y obras de teatro antiguas con ese tema. En el siglo XVI el inglés Christopher Marlowe había firmado “La trágica historia del Doctor Fausto”, obra de teatro que Goethe reescribe dos siglos después, cuyo personaje se basa en la vida de alguien real, Johann Georg Faust, alquimista y mago, nacido en Knittligen, Alemania, y quien muere experimentando con sustancias químicas.

Afín culturalmente a los teutones, Polonia también tiene su Fausto: Pan Twardowsky, quien vendió el alma al diablo a cambio de poderes mágicos. Afirman algunos que el alemán Faust vivió en Cracovia; ¿surge la historia polaca de este personaje? En el siglo VI, el griego Eutychianus escribió “La historia del clérigo Teófilo de Adana”; aseguraba haber sido testigo de los hechos. Teófilo el penitente, infeliz y enemistado con su obispo, vende su alma al diablo; la Virgen María lo redime. Esta misma obra tiene versiones posteriores: en el texto cristiano “Miraculum Sancte Marie de Theophilo penitente”, un judío es el mediador en el pacto con “Diabolus”, un libelo de sangre contra los judíos; la monja sajona Hroswitha de Ganderheim adapta después la obra. Gauthier de Coincy, monje francés, escribe hacia el siglo XIII el poema “Comment Theophilus vint a pénitence”, basado la obra teatral de Rutebeuf, “Le miracle de Theophilus”, con los mismos personajes y temática. La literatura hispánica muestra a “Milagros de Nuestra Señora”, autoría de Gonzalo de Berceo, y en la “Cantingas de Santa María”, de Alfonso X el Sabio. 


Los personajes de estas historias se solazan en sus acuerdos con el diablo. En la obra de Goethe, Fausto debe entregarle su cuerpo y alma a Mefistófeles; renunciará a la religión cristiana y confirmará el pacto con su propia sangre; cuando muera servirá eternamente al demonio en el infierno. Mefistófeles servirá a Fausto mientras viva, le llenará de sabiduría sin mentirle nunca. Es, pues, nuestro personaje el eterno insatisfecho, en busca de un conocimiento cada vez más extenso y profundo, pero siempre esquivo. El drama trae consigo amor, desafíos, muertes y desolación; es una parábola sobre conocimiento, religión, pasión, seducción, amor, independencia y poder; el protagonista debe enfrentar cuestiones como el bien y el mal, Dios y el diablo, y la mortalidad.


Esta obra se basa en antiguas leyendas, pero influye también en obras artísticas posteriores: autores como Berlioz, Paul Valery, Heinrich Heine, Pushkin o Byron tuvieron versiones propias de Fausto. Thomas Mann escribe el suyo basado parcialmente en la vida de Nietzsche; la película “El diablo y Daniel Webster” muestra a un Fausto contemporáneo. Tartini, autor de “La sonata del diablo”, el inigualable Paganini y el excepcional Robert Johnson fueron acusados de pactos fáusticos. Delacroix, el de “La libertad guiando al pueblo”, pintó el momento del pacto. En el Museo del Prado cuelga un impactante cuadro de Dioscoro Téofilo “Margarita y Mefistófeles en la Catedral”, y otro de Víctor Hernández, “Fausto y Margarita en la prisión”. Hay muchas pinturas al respecto.


Hoy, la sociedad es más materialista: renuncia a la ética y la moral buscando gratificación instantánea. El apetito por el dinero y el afán de consumo son insaciables. Pero, poder, fama y dinero son pasajeros, y no merecen entregar el alma a cambio. Hoy es fácil pactar con el diablo, afirma Jurgen Klaric: júntate con gente falsa o tóxica, gana mucho dinero sin escrúpulos, abandona la generosidad, sé pérfido y falaz, y descuida tu salud. Te destruirás física y mentalmente. Bien lo dijo Kierkegaard “Cada era tendrá su propio Fausto”.