Emilio Salgari y la escritura placentera

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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



Las obras literarias recreativas, esas que producen placer y llenan con creces nuestros ratos de ocio, siempre encontrarán un espacio disponible en Acotaciones de los viernes. Tal vez tengamos que retroceder más de un siglo para hallar modelos apropiados; sin embargo, cuando en la paciente búsqueda aparecen autores como Emilio Salgari, volvemos a ser “los jóvenes de ayer”.

     Emilio Salgari es un escritor italiano nacido el 21 de agosto de 1862 en Verona, el famoso territorio de “Romeo y Julieta”. Se enroló como aprendiz de marinero, y aunque exigía que lo llamaran capitán, hay constancia de que nunca hizo carrera en el mar. Sus relatos son, por tanto, producto de una desbordante imaginación. A raíz de una fiebre mal cuidada quedó imposibilitado para realizar trabajos pesados. Buscó, entonces, refugio en el periodismo: en 1892 trabajó para la Editorial Speirani, especializada en novelas juveniles. Pero fue la literatura la actividad que al final resolvería parte de su situación económica y, sobre todo, daría a conocerlo como narrador de renombre. Se le honró con el título de caballero.

     Salgari comenzó a escribir relatos de aventuras y con el tiempo se esforzó por contar historias cada vez más interesantes. Fue popular en toda Europa; leído incluso por la realeza. Sin embargo, siempre recibió escasos recursos, insuficientes para mantener el hogar, a pesar de trabajar en intensas jornadas. Hay que destacar que el primer editor que tuvo Salgari le exigía entregar tres novelas al año por una exigua suma de liras. 

     La primera novela de Salgari se titula “Tay-See”, más tarde conocida como “La rosa de Dong-Giang”. Sus obras forman una cadena de ochenta y cuatro novelas e innumerables relatos cortos. Indudablemente, se destacan en esta producción “Sandokán, el tigre de la Malasia” y “El corsario negro”. Pero escribió también “Los misterios de la jungla”, “Los tigres de la Malasia”, “Los dos tigres”, “El rey del mar”, “A la conquista de un imperio”, “La venganza de Sandokán”, “La reconquista de Mompracem”, “El falso brahmán”, “La caída de un imperio”, “El desquite de Yáñez”, y “La capitana de Yucatán”, entre otras. Algunas de las novelas de Salgari están relacionadas entre sí, lo cual dio origen a extensos ciclos narrativos protagonizados por los mismos personajes.

     El protagonista principal de las novelas de Salgari es Sandokán, rey de Borneo, en el sudeste asiático. Él juró vengarse de los ingleses, quienes asesinaron a su familia y lo despojaron del trono. Se cree que el escritor se inspiró en la figura del aventurero español Carlos Cuarteroni. La isla de Mompracem es la base de operaciones de “El tigre de Malasia”, como se apodaba Sandokán.

     El escritor y filósofo español Fernando Savater, en el prólogo al libro “Mis memorias”, supuestamente escrito por Salgari, expresa: “…Salgari en toda su vida apenas hizo en barco unas pocas excursiones y un crucero modesto por el Adriático. Sin embargo, como periodista, primero, y como novelista después, ya nunca dejó de navegar: en junco, en fragata, en bergantín, en galeón y en canoa, por el golfo de Bengala, el mar de las Antillas, por el río Orinoco y el Nilo, por el Ártico… Navegó ya toda su vida por el azul de los atlas y las ilustraciones coloreadas de las enciclopedias. Hay poetas de lo íntimo que escriben hacia adentro y poetas de lo exótico que escriben hacia afuera y a lo lejos. A esta última tripulación perteneció Salgari y no seré yo quien le hubiera querido de otro modo”.

     Debido a problemas familiares, el 25 de abril de 1911 Salgari se suicidó en Turín. Tenía cuarenta y nueve años. Para sus editores, verdaderos explotadores, dejó esta nota: “A vosotros, que os habéis enriquecido con mi piel, manteniendo a mí y a mi familia en una continua semimiseria o aún peor, solo os pido que en compensación por las ganancias que os he proporcionado, os ocupéis de los gastos de mis funerales. Os saludo rompiendo mi pluma. Emilio Salgari”.