Facundo Cabral “no era de aquí ni era de allá”

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



Han pasado once años desde su muerte y el pesar aún permanece entre quienes admiramos su recia personalidad y su sencilla condición de ser humano. Su trágica desaparición no se entiende. Seguramente se argumentará que se trató de una confusión, de un lamentable error. Pero esa excusa inaceptable no nos traerá de nuevo a la vida al trovador que, nacido en la extrema pobreza y practicante de vicios en su juventud, se erigió como figura ejemplar ante los ciudadanos del mundo, hasta el extremo de convertirse en mensajero universal de la paz en nombre de las Naciones Unidas. Basta meditar sobre el pensamiento de Facundo Cabral para comprender la inmensa profundidad de sus sentimientos.

No tiene mucho mérito repetir aquí los detalles que la prensa en esos días nos dio a conocer sobre el asesinato del cantautor en Ciudad de Guatemala, el 9 de julio del 2011. Pero no es fácil ignorar algunas de sus reflexiones: “Iremos de uno en uno, después, de pueblo en pueblo hasta rodear al mundo con la misma canción”. “Está la puerta abierta, la vida está esperando con su eterno presente, con lluvia o bajo el sol.” “Bienaventurado el que sabe que compartir un dolor es dividirlo y compartir una alegría es multiplicarla”.

El autor de esos pensamientos es Rodolfo Enrique Facundo Cabral, nacido el 22 de mayo de 1937 en La Plata, Argentina. Su primer nombre artístico fue ‘El indio Gasparino’. Solo comenzó a ser conocido después de grabar ‘No soy de aquí ni soy de allá’, en 1970. Debido a su condición de cantautor de protesta, se vio obligado a vivir exiliado en México durante la dictadura argentina (1976-1983).

La libertad es un tema recurrente en la producción musical de Facundo Cabral. Para los jóvenes tuvo mensajes en ese sentido; pero también para los adultos que voluntariamente se esclavizan dentro de esta sociedad de valores invertidos. Decía Cabral: “De mi madre aprendí que nunca es tarde, que siempre se puede empezar de nuevo; ahora mismo le puedes decir adiós a los hábitos que te destruyen, a las cosas que te encadenan, a la tarjeta de crédito, a los noticieros que te envenenan desde la mañana, a los que quieren dirigir tu vida por el camino perdido”.

Cuenta Cabral: “El 24 de febrero de 1954 un vagabundo me recitó ‘El sermón de la Montaña’ y descubrí que estaba naciendo. Corrí a escribir una canción de cuna: ‘Vuele bajo’, y empezó todo”. El cantante tenía entonces diecisiete años y a los catorce ya había ingresado a un reformatorio. Entre sus incontables mensajes se destaca uno de 1994: “Vacía la copa cada noche para que Dios te la llene de agua nueva en el nuevo día. Vive de instante en instante, porque eso es la vida. Me costó 57 años llegar hasta aquí. ¿Cómo no gozar y respetar este momento?”. Resultaría difícil establecer quién inspiró a Cabral en esos momentos, puesto que era seguidor de Jesús, Lao-Tsé, Chuang Tzu, Osho, Krishnamurti, Buda Gautama, Arthur Schopenhauer, Juan el Bautista, San Francisco de Asís, Gandhi y de la Madre Teresa de Calcuta.

Facundo Cabral predicó el misticismo, la desaparición del ego y la autorrealización global de la conciencia humana. Entre sus preferencias literarias estaban Borges y el estadounidense Walt Whitman.
La extensa discografía de Facundo Cabral incluye temas como “Facundo, el creador”, “El carnaval del mundo”, “El mundo estaba tranquilo cuando yo nací”, “Cabralgando”, “El oficio de cantor”, “Cantar, solo cantar; Cabral, solo Cabral”. Grabó en nueve idiomas y alternó con Alberto Cortés, Pedro Vargas y Julio Iglesias. Entre los reconocimientos que recibió están: “Ciudadano ilustre de la Ciudad de Buenos Aires”. “Premio Konex” (Diploma al mérito como uno de los mejores baladistas de Argentina, 1985). La Unesco lo declaró “Mensajero mundial de la paz” en 1996. La sentida canción titulada “Ama hasta convertirte en lo amado” es de Facundo Cabral.