Robert Louis Stevenson, “el contador de historias”

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



Las primeras lecturas siempre estarán allí, en esa parcela del cerebro que se encarga de traer imágenes al presente cuando se supone que el olvido ha dado buena cuenta de ellas. Hemos encontrado en esos surcos de la mente al escritor escocés autor de “La isla del tesoro”, “La flecha negra” y de la novela psicológica “El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde”, entre otras.
Robert Louis Balfour Stevenson nació en Edimburgo en 1850. Desde temprana edad padeció tuberculosis, afección que lo obligó a buscar regiones y climas que pudieran brindarle una mejor salud.

“La isla del tesoro” es la novela más famosa de Stevenson. Fue publicada en 1883 y sus acciones transcurren en el siglo XVIII. Un niño llamado Jim Hawkins encuentra el mapa de un tesoro oculto en una isla y con un grupo emprende su búsqueda, en competencia con piratas que también pretenden localizarlo. Al final, el grupo de Jim, asesorado por un pirata que había sido abandonado en la isla, encuentra el tesoro, no sin antes haber luchado contra filibusteros que perseguían el mismo fin. El mérito de esta novela juvenil radica en la forma magistral como su autor mezcla realidad y fantasía. La prosa es fluida y atrayente, con lo cual Stevenson articula lo terrible con lo grotesco.

“La flecha negra” fue publicada en 1886. Esta novela, ambientada con fundamento en la Guerra de las Dos Rosas, en la cual se batieron dos bandos defensores de sendas familias de Inglaterra –los York y los Lancaster–, tiene como protagonista a Dick Shelton, criado de un señor feudal, opresor y déspota que abusa de los ciudadanos. Algunos de ellos, de común acuerdo, se reúnen en el bosque y conspiran contra el tirano. Forman la llamada Flecha Negra mientras los York y los Lancaster desarrollan feroces batallas. Vencen los Lancaster, guiados por el duque de Glucester, más tarde llamado Ricardo III. El duque convierte en caballero a Dick, como premio por su demostrada valentía. Después de la desaparición del opresor, la banda de la Flecha Negra se disuelve.

Esta obra es comparable a las de Walter Scott, escritor inglés creador de la novela histórica. Los jóvenes lectores de “La flecha negra”, casi sin darse cuenta, se ven atrapados por un argumento envuelto en un estilo rápido que enlaza hábilmente las acciones hasta el final. De paso, se enteran de episodios históricos que aparecen narrados de manera diferente a como los encuentran en los textos de lectura obligatoria.

Con carácter distinto, en el campo de la psicología, Robert Stevenson escribió la novela “El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde”. Es la obra más sesuda del autor escocés, publicada en 1886; en ella contrapone el bien al mal encarnados en un solo personaje. Esta narración contribuyó a destacar la importancia del término esquizofrenia cuando aún no se había profundizado en el estudio de esta enfermedad mental. De hecho, Sigmund Freud no había perfeccionado aún sus famosas técnicas de psicoanálisis.

Los tiempos han cambiado. Ya nadie recuerda las nociones de geografía que abundan en las novelas de Julio Verne o de Emilio Salgari. Robert Louis Stevenson y otros autores de obras de aventuras hoy casi no existen para por los docentes, quienes ignoran que son historias atractivas para iniciar en la lectura a los niños y jóvenes. Sería perdonable esa actitud si en lugar de narradores tradicionales los estudiantes leyeran, con espíritu crítico, textos de autores colombianos. En cambio, en los textos escolares encontramos, como modelos de lectura, fragmentos de obras extranjeras que al estudiante nada dicen. De todas maneras, para los jóvenes es preferible seguir el hilo de las novelas de Stevenson, Salgari y Verne porque encuentran en ellas realidad, ficción y, sobre todo, incentivo para iniciarse en la escritura.
Robert Louis Stevenson murió en Samoa, archipiélago de Oceanía, en 1894. Hasta allí había llegado en su busca incesante de salud. Los nativos lo llamaban “El que cuenta historias”.