Carnaval, cultura y educación

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Roberto Torres Aguas

Roberto Torres Aguas

Columna: Opinión

e-mail: contador_rcta@hotmail.com



Aunque no hubo desfiles y eventos masivos; riñas, accidentes de tránsito y hechos aislados se presentaron durante la realización del carnaval en la ciudad de Santa Marta. Con las restricciones establecidas durante la pandemia las actividades de diversión y entretenimiento se vieron afectadas, de vuelta a la nueva normalidad es entendible que tengamos ánimos y disposición para salir a disfrutar, compartir y rumbear en establecimientos nocturnos. Es imperativo mantener el civismo, la tolerancia y la mesura en las celebraciones.

La identidad del carnaval está ligada a la historia, al acervo y se ha enriquecido con el pasar de los años conjugando los aportes europeos, indígenas y africanos. Existe el deber de continuar, preservar la tradición y acompañarla con eventos de tipo académico, charlas y conversatorios enfocados en sus raíces y diversidad de manifestaciones.

¿Desde cuándo celebramos el carnaval? ¿Por qué lo celebramos? ¿Cuál es la importancia del carnaval? Las respuestas a los interrogantes nos pueden dar luces de la compenetración de los habitantes de la ciudad con la cultura carnavalera, entender sus expectativas, preferencias a la hora de armar planes para festejar.

Carnaval es sinónimo de diversión, jolgorio y alegría. No se puede confundir con darle rienda suelta a todo tipo de desmanes y desórdenes donde no se respeten las normas de convivencia. Los festejos deben resaltar el sentido de pertenencia con la participación en actividades, comparsas y muestras folclóricas incentivadas desde colegios, escuelas, academias y grupos de danzas. Este año se han retomado los bailes con picós, ‘turbos’ (máquinas de sonido) en estaderos de los barrios pescaito y las américas siendo bien recibidos por los aficionados y bailadores.

Dado que el carnaval se constituye en fuente de integración, desde ya, y de cara a futuros carnavales con el apoyo de la Alcaldía, se pueden generar espacios para que los jóvenes envueltos en enfrentamientos opten por el diálogo, zanjen diferencias y lleguen a acuerdos de no agresión. El tejido social que se ha visto afectado tiene que reconstruirse protegiendo la integridad de los ciudadanos, brindando educación en artes y oficios, aprovechando al máximo el tiempo y creando oportunidades para alcanzar una vida plena y productiva.

Siempre será rentable en una sociedad invertir y destinar mayor número de recursos a la cultura. Se requiere edificar proyectos educativos con impactos positivos que contribuyan al bienestar social, y permitan disminuir los altos índices de violencia y acciones delictivas que se presentan en la ciudad. Las organizaciones de base comunitaria tienen capacidad de gestión, tender puentes vinculando a diversas entidades para que se adquieran compromisos dirigidos a lograr cambios y transformaciones con los cuales se reoriente el camino de las nuevas generaciones.