Santa Marta: Parques, parques y más na’

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Escrito por:

Veruzka Aarón Torregrosa

Veruzka Aarón Torregrosa

Columna: Opinión

e-mail: veruzkaaaron.t@gmail.com

Twitter: @veruzkaaaron


En las últimas semanas se ha visto a la alcaldesa Virna Johnson, muy afanada por anunciar el inicio de algunas obras de construcción de parques, el mantenimiento de jardineras y hasta la limpieza de plazas. Es común de los gobernantes ante la proximidad de los debates electorales, esmerarse por mostrar sus mejores resultados a fin de influenciar en las decisiones de los electores en beneficio de sus aliados políticos. Lo lamentable para este gobierno, es que después de más de dos años de gestión, solo tenga para destacar minúsculas obras y acciones frente a la dimensión de los graves problemas que agobian a la ciudadanía. En lugar de generar aprobación por sus resultados, este gobierno, despierta preocupación y desesperanza por la evidente desconexión entre sus prioridades políticas y las necesidades de los samarios.

No se trata de menospreciar el beneficio que estas infraestructuras generan para la ciudad desde la estética urbana y/o su contribución a la calidad de vida de la población. El hecho, es que este tipo de obras no debe limitar la gestión de soluciones fundamentales para el territorio. Es inadmisible que mientras la ciudad sucumbe social y económicamente frente a problemas tan complejos como la crisis del agua, la pobreza, el desempleo, la informalidad, bajos niveles educativos y conflictos en la movilidad, el gobierno local solo tenga para mostrar como gestión: parques, parques y más na’.

Además de la evidente desatención de los problemas fundamentales de la ciudad, la concentración de la gestión de los últimos gobiernos en la construcción de parques, refleja una profunda contradicción, pues en paralelo a estas ejecuciones, los samarios han sido testigos del incremento de la invasión del espacio público, el cual, no solo se refiere a parques, plazas y andenes, sino que involucra componentes naturales estratégicos, como las rondas hídricas y cerros urbanos, cuyos procesos de degradación implican para la ciudad, impactos económicos, sociales y ambientales.

La invasión de cerros urbanos y rondas hídricas, no debe analizarse de manera aislada y pretender solucionarse como hasta ahora; con el aumento de fuerza pública y/o la creación de unidades especiales para perseguir a invasores. Este tipo de controles si bien son necesarios, no serán efectivos mientras no se resuelvan las causas que dan lugar al problema: la deficiente planificación urbanística, bajo desarrollo económico y social de la ciudad.

A través de su plan de desarrollo “Santa Marta, Corazón del Cambio”, el actual gobierno se comprometió con mucho más que la construcción de parques para la ciudad. Tal y como lo expresa en su numeral 6.9., el Plan de Desarrollo, incorpora entre sus metas, la gestión de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, adoptados por la ONU. Entre estos objetivos se destacan: i) erradicar la pobreza; ii) garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento; iii) fomentar el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo, y el trabajo decente para todos; iv) desarrollar infraestructuras resilientes, promover la industrialización inclusiva y sostenible, y fomentar la innovación; y v) promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible […].

Al verificar los resultados de la gestión de estos objetivos, frente a la realidad de Santa Marta, se puede concluir que “el papel aguanta todo”. Como resultado de sus últimos gobiernos, Santa Marta, es hoy la tercera ciudad más pobre del país; con una crisis del agua y deficiente servicio de alcantarillado, agudizados por la falta de soluciones definitivas; tercera ciudad con mayor informalidad; con obras públicas plagadas de investigaciones por condición de siniestradas, sobrecostos y baja calidad constructiva; y un incremento en la invasión de cerros y en zonas de alto riesgo. Todo esto, ambientado por un discurso de odio entre distintos sectores sociales, fomentado por sus líderes políticos.

No cabe duda, Santa Marta transita la senda del subdesarrollo profundo y duro. Pese a ser un territorio con significativas ventajas comparativas, su desarrollo competitivo ha sido una tarea imposible, en gran parte por la incapacidad de sus líderes políticos, económicos y sociales, de impulsar una visión conjunta de construcción de ciudad.

“Una ciudad no se mide por su longitud y anchura, sino por la amplitud de su visión y la altura de sus sueños”, Herb Caen.