El humor inteligente de Groucho Marx y Charles Chaplin

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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



En estos tiempos calamitosos, acudir a recursos que nos ayuden a paliar la diaria decepción y la eterna depresión, es una vía de escape que debemos incluir en nuestra angustiosa rutina. El humor es una herramienta valiosa, pues su efecto catártico contribuye a la higiene mental del individuo y, por tanto, a la felicidad del ser humano. Como ejemplos del poder del humor, hablaremos hoy de dos importantes maestros del sarcasmo y la ironía.

Groucho Marx nació en Nueva York el 2 de octubre de 1890. Hay quienes se atreven a llamarlo “el cómico más gracioso e ingenioso de todos los tiempos”. Su primera presentación la realizó como cantante en 1905, en un espectáculo de vodevil. Con sus cuatro hermanos formó un grupo que en la década de los años 20 hizo agudas críticas a la alta sociedad norteamericana. Los Hermanos Marx (Groucho, Chico, Harpo, Gummo y Zeppo) actuaron en el cine mudo, pero a partir de 1929, con la película ‘Los cuatro cocos’, iniciaron una carrera exitosa con las películas ‘Pistoleros de agua’ (1931), ‘Plumas de caballo’ (1932), ‘Sopa de ganso’ (1933), ‘Una noche en la ópera’ (1935), ‘Un día en las carreras’ (1937), ‘Los Hermanos Marx en el Oeste’ (1940), ‘Tienda de locos’ (1941) y ‘La historia de la humanidad’ (1957).

Una muestra del humor de Groucho Marx, cuyo verdadero nombre era Julius Henry Marx, se aprecia en algunas de sus frases: “Tengo la intención de vivir para siempre, o morir en el intento”; “¿Que por qué estaba yo con esa mujer? Porque me recuerda a ti. De hecho, me recuerda a ti más que tú”; “Es mejor estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas definitivamente”. A un escritor le dijo: “Desde el momento en que cogí su libro me caí al suelo y rodé de la risa. Algún día espero leerlo”. Si este humorista se hubiese presentado a una conocidísima corporación política de nuestro país, seguramente habría pronunciado una de sus más famosas frases: “Disculpen si los llamo caballeros, pero es que no los conozco muy bien”.

Otro representante universal del humor inteligente es Charles Spencer Chaplin. Nació el 16 de abril de 1889 en Londres. Cuando tenía ocho años se unió a una compañía de actores juveniles, y en 1912 hizo parte de un grupo de teatro con el que recorrió varios países. En la película “Carreras sofocantes” (1914), presentó por primera vez su personaje, “Charlot”, conocido en español como “Carlitos”. Se trata de un vagabundo de modales refinados, vestido con pantalones bombachos, zapatones, bastón y sombrero bombín. Fue protagonista de más de sesenta cortos que tenían como característica una crítica sutil a las desigualdades sociales. Este personaje dominó la escena durante el cine mudo. “Charlot”, con sus travesuras, puso en relieve las miserias sociales de su época.

Charles Chaplin escribió, dirigió y protagonizó “El Chico” (“The Kid”), en 1921. Esta película “cambió para siempre la historia del cine. Va desde la carcajada a la lágrima”. En “Las luces de la ciudad” (1931), se negó a ponerle sonido a su película. “La quimera del oro” (1925) es otra de sus obras de aventuras. En “Tiempos modernos” (1936), Chaplin refleja las condiciones desesperantes de un empleado de clase media en la época de la Gran Depresión, crisis provocada por la industrialización y la producción en serie. En esta película hay una mezcla de cine mudo y cine sonoro. “Candilejas” (1952) fue la última película de Chaplin en los Estados Unidos. Por la banda sonora de esta cinta, le otorgaron un premio Oscar en 1972, veinte años después de filmada. Falleció el 25 de diciembre de 1977, en Suiza.