El nudo gordiano de la desigualdad

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Es de público conocimiento que Colombia es el segundo país más desigual de América Latina, y ahora sabemos que es el de mayor desigualdad entre los países de la OCDE. Según el informe del Banco Mundial, el 10% de la población colombiana de mayores ingresos, gana once veces más que el 10% que menos gana.

Es un error de juicio pretender tomar estos reportes como diagnósticos certeros de la realidad colombiana; son un insumo más para ser tomados en cuenta. De por sí, el tema de la desigualdad colombiana, comparativamente hablando, no es necesariamente mala. Por ejemplo, si miramos a Cuba, hay mucha menos desigualdad que en Colombia, pero en la pobreza. Todos son pobres. Hay muchas explicaciones posibles de por qué hay una gran desigualdad entre los dos extremos de la sociedad colombiana.

Otra consideración relevante es que la desigualdad en Colombia no es uniforme, ya que hay departamentos donde es mucho más grande que en otros. Transversalmente hablando la causa de este fenómeno es la baja productividad del talento humano en lo más bajo de la escala socio-económica cuando se compara con el 10% que más gana.

Leyendo las conclusiones a las que llegaron la mayor parte de los medios nacionales se evidencia la poca comprensión de este fenómeno. Falta capacidad crítica en nuestros estimados periodistas. Según ellos, la desigualdad es culpa del 10% que más gana, y para cerrar la brecha hay que quitarles para darle al 10% que menos gana. La culpa de la pobreza es de los ricos, aunque a renglón seguido reconocen que la pobreza es un pésimo negocio, incluso para los ricos. También culpan al gobierno.

La solución a estos problemas es contra intuitiva. El problema real es que no tenemos suficientes ricos ni suficientes empresarios. No tenemos un Bill Gates, o un Jeff Bezos o un Elon Musk, que creen empresas y millones de empleos. Si revisamos la historia económica de los Estados Unidos, la economía estadounidense fue construida por titanes, por hombres visionarios que tuvieron el coraje de hacer su visión una realidad. Muchas son marcas que hoy existen: Ford, Chrysler, JP Morgan, Boeing y muchos otros. Incluso McDonalds. Los gobiernos no son creadores de riqueza sino simplemente facilitadores del proceso. En Colombia, a una escala menor, esto también ha sucedido. Hay nombres legendarios en Antioquia, y en lo local, Pepe Vives de Andreis. La solución nunca será atravesársele en el camino a estos titanes, o por lo menos no inicialmente. Estas fuerzas creadoras son raras y hay que aprovecharlas cuando se les tiene, no sea que se vayan a otro lado, como lo hizo el fundador de IKEA, quien no encontró terreno fértil en su nativa Suecia.

Otra conclusión razonable es que el 10% que más gana lo hace por medio de actividades con enorme valor agregado, mientras que los del fondo de la pirámide lo hacen con actividades de poquísimo valor agregado. Hay que hacer reingeniería y actualización del capital humano, y esto no es posible sin creación de empresas e intervenciones de política pública e industrial por parte del gobierno que impulsen el aparato productivo y propendan la industrialización eco sostenible. Por decirlo de manera clara, las soluciones a los problemas de desigualdad y pobreza obligatoriamente pasan por un proceso de industrialización. Y esto demanda inversión, capital y talento humano idóneo. Solo así lograremos mover gran parte de la población de actividades de poco valor agregado a actividades de mayor valor agregado, tal cual lo han hecho China y los países asiáticos. La transformación social pasa por la transformación económica y desarrollo.

La consideración última es que competimos globalmente, y no podemos diseñar soluciones como si fuéramos una isla. Hay que pensar como insertarnos exitosamente en la economía global.