El periodismo y los creativos en la televisión

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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



Entre las profesiones que pueden considerarse nuevas está la de "creativo", actividad que marcha pareja con la de los comunicadores sociales, que a su vez son una ampliación del antiguo periodismo, cuando no estaba tan 'diversificado'.

Hasta hace algunos años el periodista verdadero no se formaba en universidades; le bastaba tener las aptitudes que el ejercicio demanda y agregar a ello un conocimiento de temas generales y adecuado manejo del lenguaje. Más tarde aparecieron las facultades de periodismo las cuales, en muchos casos solo satisfacen las aspiraciones de jóvenes a quienes llama la atención la práctica de esta ágil actividad pero no siempre pueden corregir defectos que los nuevos profesionales nunca superaron en sus estudios de la educación media.

Para abarcar un campo más extenso en el desarrollo de las funciones de sus egresados, muchas de estas universidades ampliaron la cobertura de sus programas y pasaron a brindar títulos al amparo de una nueva denominación: Comunicación social. Que eso esté bien o esté mal, cada comunicador social, en conciencia, lo sabrá.

Lo que parece ser cierto es que el antiguo periodista, aquel que ejercía por vocación, con suficientes conocimientos a cuestas y previamente dotado con los elementos que brinda el lenguaje, vio restringido su campo de acción y encontró cada día menos posibilidades de moverse entre los modernos medios de comunicación. Claro está que ese tema merece más tiempo y espacio para tratarlo.

Por ahora, hablemos de algunas situaciones que deben causar preocupación y en las cuales tienen injerencia los encargados de la publicidad como atractivo para lograr un objetivo favorable al mercadeo. Ellos son los "sabios" que manejan argumentos y guiones en nuestra pantalla chica.

No hace muchos años observamos en la televisión una promoción institucional patrocinada por el Consejo Nacional de Televisión en la cual se buscaba inculcar el trato moderado o la eliminación de la violencia intrafamiliar: "La Solidaridad, Colombia la necesita". "El Respeto, Colombia lo necesita", y así por el estilo. Tal vez argumenten que el fin justifica los medios.

Lo cierto es que en muchos hogares se cambiaba de canal cuando se acercaba la escena en la cual una madre energúmena amenazaba a su hijo: "Correa es lo que le voy a dar" y expresiones semejantes. Y pensar que es el propio Estado el que auspicia cuñas como esa, que indudablemente genera la violencia que pretende combatir.

En cuanto a la programación de la televisión colombiana, abundan en ella los temas que se prestan para comentarios. Solo como referencia mencionaremos aquí la proliferación de personajes homosexuales en las diferentes telenovelas y en los llamados "realities". Para que tengan audiencia arrolladora es necesario que aparezcan dos o más de ellos.

Algún día alguien nos explicará con lujo de detalles cómo se cambió la mentalidad de la gente para que aceptara como normal lo que hasta hace poco no lo era. Y se dirá que entonces vivíamos en una sociedad mojigata pero ahora se respeta "el libre desarrollo de la personalidad" del individuo.

Pero las consecuencias vendrán, como se aprecia en este caso real, que presentamos a manera de ejemplo: Una joven estudiante expresó en pleno salón de clase que su hermanito de once años no quería tener novia sino novio: la noche anterior el niño había visto en el programa Gran Hermano cómo uno de los participantes lloraba, frente al televisor, por la eliminación de su amante-varón, y manoseaba la imagen virtual de su pareja. Si esa situación no preocupa a los padres de familia, no vemos qué otras circunstancias puedan motivarlos para proteger a sus niños y adolescentes.