¿Qué es la verdad señor de Roux?

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Pasada la calentura del momento, quizás es posible hacer un análisis desapasionado sobre el encuentro entre el expresidente Uribe y la Comisión de la Verdad, y digo quizás porque el expresidente Uribe despierta pasiones extremas a favor y en contra.

Uribe comenzó diciendo que no le reconoce legitimidad a la Comisión de la Verdad. ¿Tiene fundamento esta afirmación? Cuando Santos planteó refrendar vía referendo lo pactado en La Habana, algunos advertimos que el referendo no era un medio idóneo para un texto complejo de 297 artículos. Esto al margen de la discusión sobre el fondo de lo acordado. Santos hizo oídos sordos y en su intento de darle la mayor legitimidad posible al acuerdo, lo sometió a la consideración del Constituyente Primario. Muchas veces Santos prometió que si ganaba el no, él respetaría la voluntad popular. Ganó el no, pero Santos desconoció el resultado.

En derecho las cosas se deshacen como se hacen. Esto para decir que una vez reformado el texto de lo pactado, la única vía legitima posible era someterlo nuevamente a consideración del Constituyente Primario y no del Congreso. Santos lo envió al Congreso en donde fue aprobado. Cuando el dueño de la casa dice no, el sí del portero es irrelevante. El grave error procedimental hace ilegal lo aprobado por el Congreso. De ahí, que todo lo que se desprenda de ese acto ilegal e inconstitucional está viciado de nulidad. Esto incluye todas las instituciones creadas al amparo de lo aprobado por el Congreso. En síntesis y desde un punto de vista puramente jurídico, Uribe tiene toda la razón.

El presidente de la Comisión de la Verdad, el señor de Roux, alegó que al margen de la legitimidad, lo importante era la verdad. ¿Cuál verdad? La búsqueda de la verdad exige que quien la busca sea totalmente imparcial y despojado de prejuicios. Veamos si este es el caso de los miembros que fueron a entrevistarse con Uribe. El señor de Roux. Sacerdote jesuita, admirador del cura guerrillero Camilo, co-fundador del ELN. El cura de Roux huele a teólogo de la liberación a kilómetros. Para mí, su condición sacerdotal no es garantía de nada. Desafortunadamente, para muchos sacerdotes la sotana no es más que un disfraz para ocultar su verdadera condición de pedófilos, homosexuales o guerrilleros y hasta estafadores.

Otra de las participantes, la señora González, manifestó públicamente su admiración por el narcotraficante Santrich y también su apoyo a la agenda guerrillera. Está camuflada como activista de derechos humanos. Los disfraces son necesarios en estas lides.
El lineamiento de las preguntas y el tono acusatorio dejaron en evidencia que allí no había nada parecido a la imparcialidad, y que de lo que se trataba era de acomodar los hechos a una narrativa prefabricada para inculpar a Uribe. Esta Comisión de la Verdad es una farsa, y de aquí no saldrá verdad alguna sino una novela de ficción escrita por la izquierda sobre la historia reciente de Colombia.

Una “verdad” construida sobre anécdotas y dirigida por personajes que además de no ser imparciales carecen de la formación y de los instrumentos forenses para llegar a la verdad verdadera es una mentira. Que nos creamos la novela escrita a varias manos es pedirle a la gente que peque de ingenua y crea que todo lo declarado o “confesado” es verdad. ¿Quieren que creamos en una verdad construida en confesionarios?

La Comisión de la Verdad no reúne los requisitos mínimos para cumplir con la misión encargada. No es garantía de nada y es anti técnica. Para encontrar la verdad de lo sucedido en Colombia, esto debe comisionarse a expertos internacionales imparciales y con el entrenamiento y los instrumentos necesarios para cumplir su misión.