Revolcón gremial

Columnas de Opinión
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El 14 de julio de 1989, los agricultores y ganaderos de España, decidieron fusionar en un solo gremio, la burocracia ineficaz de varias organizaciones agrícolas que aportaban muy poco a la defensa, intereses y productividad de sus subsectores. Fue así como nació la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores -ASAJA-, con más de 200.000 afiliados que trabajan directamente en las zonas rurales.

Hoy en día, Asaja, es la organización profesional agraria más grande de España con más de 200.000 afiliados, una sede nacional, 15 centros regionales, 40 oficinas provinciales y 810 oficinas locales y una oficina en Bruselas. Su único objetivo es defender los intereses de las explotaciones familiares, empresas agrarias y jóvenes rurales, buscando siempre mejorar el acceso a nuevas tecnologías, capacitación, formación profesional y financiamiento para sus explotaciones agrarias, con el fin de lograr un alto nivel de competitividad del sector agropecuario español. Los resultados de crecimiento, productividad y competitividad del sector agrario de España, en los últimos 30 años, tienen que ver en parte al papel que ha jugado esta nueva agremiación.

Sin duda alguna, al sector agropecuario colombianos, le llegó el momento de hacer algo similar, si en realidad queremos salir de esta crisis de ineficiencia por la que atraviesa el sector y si queremos preparar a las nuevas generaciones de agricultores y ganaderos del país, para enfrentar la dura competencia que exige este mundo globalizado de la economía. ¿Por qué no fusionar todos los gremios agropecuarios en dos grandes organizaciones agrarias? Una que agrupe a los subsectores agrícolas y otra que agrupe a los subsectores pecuarios, para orientar mejor los planes de crecimiento productivo y los presupuestos de inversión, para reducir costos de producción y optimizar: i) los recursos de las ayudas, ii) las rentas de las explotaciones agropecuarias y iii) la competitividad del sector agropecuario.

Claramente, para asumir este desafío y romper este círculo vicioso de la burocracia agraria e ineficiencia productiva, tenemos que tomar decisiones radicales que van a incomodar a varios políticos y burócratas del agro, que han venido exprimiendo por décadas los presupuestos de las instituciones públicas que fueron creada para el servicio y apoyo de las familias campesinas y empresarios del campo. Y habrá que comenzar por desligar a los gremios de las decisiones del gobierno para evitar actuaciones perversas de interés particular. No es sano que el presidente de un gremio tenga asiento en las juntas directivas de las entidades del Ministerio de Agricultura, ni que los funcionarios públicos se inmiscuyan en las decisiones de los gremios. Esta relación interinstitucional debe ser exclusivamente de colaboración y apoyo.

De igual manera, los gremios deben desligarse de los negocios con sus afiliados. Esa doble función de gremio y empresa comercial, no es sana. El modelo de Fedearroz, por ejemplo, es inaceptable. Nadie da cuenta de los negocios de semillas, fertilizantes y servicios financieros con sus 17.000 afiliados. En 8 años, han recibido más de 200.000 millones de pesos de las subastas de importación de arroz desde los EEUU, con los cuales se hubiese podido construir molinos para almacenar 280.000 toneladas de arroz que están a punto de perderse en agosto en los llanos. Continuará.