Por la plata baila el perro

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Ciento setenta reconocidos ciudadanos del mundo han enviado una carta abierta donde piden que se suspenda temporalmente la patente de las vacunas Covid para permitir que países puedan fabricar vacunas para atender la crisis. Esta carta apoya una solicitud radicada por India y Sudáfrica en octubre pasado ante la Organización Mundial del Comercio (OMC). Ambos países tienen capacidad para fabricar vacunas.

Paralelamente, hace dos semanas el jefe de la Organización Mundial de la Salud le dio sustento a esta iniciativa citando la enorme brecha en acceso a vacunas que existe entre países ricos y pobres. En los países ricos es uno por cada cuatro habitantes, mientras que en los más pobres es de uno de cada quinientos.

El mundo atraviesa en estos momentos uno de los momentos más críticos desde el inicio de la pandemia. Se está dando una tercera ola que tiene a muchos países colapsados con no solución a la vista, ya que las vacunas o la vacunación han tenido tropiezos. Muchos países han optado por el confinamiento nuevamente.

Por el lado de las vacunas, son conocidos los inconvenientes de Aztrazeneca y J&J. Por otro lado, la famosa Sinovac resultó ser mucho menos efectiva de lo pensado, lo cual llevó a reveses como el de Chile que vacunó velozmente a su población para nada. Y por otro lado, la Sputnik V, más allá de la propaganda de Putin, cuenta con serios problemas de producción y logísticos. Al final del día, las vacunas de Pfizer y Moderna siguen siendo las más confiables y consideradas el estándar dorado. La semana pasada, la Unión Europea, reconociendo lo innegable, llegó a un acuerdo con Pfizer para comprar cincuenta millones de dosis. El único país grande que ha tenido una campaña de vacunación exitosa son los Estados Unidos. Sin Trump, jamás los Estados Unidos estarían donde están hoy con respecto a las vacunas y a la logística de vacunación.

En teoría suena razonable que ante una emergencia como la actual se pida la suspensión de las patentes para vacunar mucha más gente mucho más rápido. No soy químico, pero no creo que el asunto sea tan sencillo de resolver, incluso si se suspendieran las patentes. Las vacunas Pfizer y Moderna utilizan una tecnología nueva que no debe ser tan fácil replicar. Las otras utilizan métodos tradicionales que no han cambiado mucho desde los tiempos de Pasteur, y para replicarlas no se necesita realmente suspender patentes. Esto explica porque hasta Cuba dice tener una vacuna. Pero ya vimos lo que sucedió con la Sinovac.

Hasta ahora casi todos los gobiernos occidentales se han opuesto a la suspensión de las patentes. Y con razones de mucho peso. Las patentes y la posibilidad de la explotación económica exclusiva que otorgan son claves para la innovación y la investigación. Si les quitáramos a Pfizer y Moderna el derecho exclusivo a la explotación de sus vacunas, no estoy seguro que se mosquearían en la siguiente pandemia; y es seguro que esta no es la última. Las posibilidades de ganancias, astronómicas si se quiere, son el motor que mueve a las farmacéuticas a invertir con bastante riesgo en desarrollos inciertos como las vacunas Covid. Por una iniciativa exitosa, hay muchas fracasadas. La intervención de Trump y el musculo financiero de los Estados Unidos hicieron posible lo impensable en un tiempo record, ya que garantizaron compra de millones de dosis si las vacunas eran exitosas. Por esto, los Estados Unidos tienen vacunas y no por ninguna otra razón.

Intentando resolver la cuadratura del círculo, las farmacéuticas están ampliando la capacidad de producción de las vacunas, y a la vez muchos países están desarrollando sus propias vacunas. Esperamos que prontamente todos los países tengan acceso a buenas vacunas.