La caricatura: poderoso instrumento de opinión

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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



Siempre que se aborda el tema de las caricaturas en Colombia hay que mencionar a Ricardo Rendón, considerado el mejor de todos los tiempos por una característica especial: con una sola línea el caricaturista trazaba los rasgos distintivos de cualquier personaje; casi siempre eran políticos. Esta habilidad no es frecuente; pero no puede considerarse como requisito sine qua non para destacarse en el oficio.

Rendón nació en Rionegro, Antioquia, el 11 de junio de1894 y se suicidó en Bogotá el 28 de octubre de1931. Podríamos hablar extensamente de la obra de este caricaturista, preferido por los diarios El Tiempo, La República, El Espectador y la revista Cromos. Fustigó en forma inclemente a políticos durante los períodos presidenciales de Marco Fidel Suárez (1918-1921), de Jorge Holguín y de Pedro Nel Ospina. Sus caricaturas fueron una constante crítica a los que ejercían el poder, contra los partidos, las candidaturas, los pactos con los Estados Unidos, sobre todo el Tratado Thomson-Urrutia (que permitió la separación de Panamá) y el aprovechamiento de nuestro petróleo por parte del País del norte. Tuvo tiempo para pertenecer al grupo literario Los Panidas, al lado del poeta León De Greiff. Atacó y ridiculizó tanto a liberales como a conservadores. “Las caricaturas de Rendón son una muestra de destreza, imaginación y propiedad de abstracción”. Fue él quien diseñó la famosa ilustración de los cigarrillos Pielroja, con el conocidísimo perfil del indio.

Generalmente los caricaturistas colombianos se nutren de la actividad política, que día a día proporciona elementos que facilitan la ridiculización de esos personajes. Es claro que un caricaturista, con una herramienta tan poderosa en sus manos, puede elogiar pero también condenar. Hasta la ofensa y la calumnia (no recomendables) están a su disposición.
En cuanto a “imaginación y capacidad de abstracción” del caricaturista citaremos solo dos casos representativos en Latinoamérica: Joaquín Lavado (Quino), fallecido en el 2020 y Roberto Fontanarrosa, dibujante argentino. De Quino hemos hablado en algunas Acotaciones anteriores y más que de él, de su máxima creación: Mafalda, la precoz niña contestataria.

Hoy destacamos algunos datos de Roberto Fontanarrosa, llamado El Negro. Nació en la ciudad argentina de Rosario en 1944 y murió en la misma ciudad el 19 de julio del 2007. Exploró y explotó el humorismo con una alta dosis de sarcasmo irreverente que le permitió ver el mundo más allá del claroscuro que parece envolver a los personajes públicos y a la sociedad que se mueve en los bajos mundos. El autor de historietas –y además escritor– se convirtió en el crítico que señalaba las causas de la condición miserable de ciertos discriminados que, quiérase o no, hacen parte de la vida cotidiana de toda ciudad.

Los personajes de Fontanarrosa son contundentes. ‘Boogie, el aceitoso’ no es un modelo para imitar, pero encarna al ciudadano que la sociedad, con sus desigualdades, engendra en las comunidades marginadas. Aunque muchos lectores llegaron a considerar sus historietas como apología del delito, Fontanarrosa alcanzó honores como las denominaciones de Ciudadano Ilustre por el Concejo de la municipalidad de Rosario, su patria chica, y Humorista Nacional por el Senado de la nación argentina. Otro personaje suyo, ‘Inodoro Pereyra, el renegau’, complementa su obra crítica a través del humor.

Cerremos este artículo con palabras del poeta francés Charles Baudelaire: “Sin duda alguna, una historia general de la caricatura en sus relaciones con todos los hechos políticos y religiosos, graves o frívolos, relativos al espíritu nacional o la moda, y que han agitado a la humanidad, resultaría una obra gloriosa e importante”.