“Chicas Yé-Yé”, “Chicas Gó-Gó” y Lady Gaga

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



A mediados de los años 60 el rock and roll –un estilo de música rítmico y agitado surgido en los Estados Unidos– se convirtió en un fenómeno de la juventud. Este género trajo consigo el uso de ropa considerada impúdica, peinados y maquillajes poco convencionales y una forma de baile conocido como “twist”.

El movimiento Yé-Yé fue parte de un nuevo mundo, moderno y juvenil, con un elemento aglutinante: la música pop. “Su inocencia se quedó para siempre en aquella década eternamente joven, en aquellas chicas que cantaban al amor como si no hubiese nada más importante en el mundo”. Recuérdese que al final de ese período se produjo el Mayo 68 en París y el mundo con el lema “Haga el amor, no la guerra”.

Sería ingenuo tratar de restar importancia a cualquier manifestación cultural solamente porque no se ajusta a nuestra definición de lo bueno o constructivo. Es una equivocación aferrarse a moldes demasiado conservadores con la creencia de que si no se procede así se atenta contra las buenas costumbres. El tiempo nos dice, casi siempre, que los cambios importantes en toda actividad, se originan con reacciones que muchos consideran iconoclastas.

Hace unas décadas, en los años 60, los jóvenes se rebelaron contra ciertas normas de comportamiento social. En la música hay que mencionar el “fenómeno Beatles”. Pero un poco antes ya venía abriéndose paso un movimiento llamado Gó-Gó, materializado por chicas que bailaban sobre las mesas en cabarés y discotecas de Nueva York. Las conocimos como las “Chicas gó-gó”, descontroladas por el “Twist”, materialización del famoso Rock and Roll de Elvis Presley y demás exponentes de este tipo de música.

Hubo una época en la que se hablaba de “Chicas pitillo”. Se las comparaba con ese elemento que nos sirve para sorber líquidos; como ilustración para este símil se decía que eran plásticas por fuera y huecas o vacías por dentro. Como ejemplo mencionaban a las jóvenes que, carentes de talento o de conocimientos llamados universales, se valían solo de sus atractivos físicos para lograr el éxito en actividades como reinados de belleza o presentadoras en programas de información; muchas llegaban al periodismo televisivo. Esas jóvenes, como es lógico, eran objeto de burlas y chascarrillos. Poco a poco esta costumbre ha ido desapareciendo, tal vez por el loable deseo de superación personal de esas agraciadas muchachas.

Nos referimos a este tema porque no hace muchos años, cuando apareció en el escenario musical una cantante hoy famosa, llegó a tildársela de “Chica pitillo”. Semejante calificación trataba de socavar la imagen y personalidad de nadie menos que Lady Gaga. No pretendemos presentar aquí su biografía, pero sí destacar su importancia en la música de este siglo con su producción cada vez más elogiada. Ha sido incluida varias veces entre las 100 personas más influyentes en el mundo. Como se ve, ¡nada de “Chica gó-gó!”.

Lady Gaga nació el 28 de marzo de 1986. Bastaría decir que a los tres años de edad tocaba el piano; más tarde aprendió a ejecutar ese instrumento con los pies. Ahora, y desde hace años, se encuentra en la cúspide de su carrera artística. Quienes trataron de minimizar su importancia seguramente se dejaron llevar por su nombre artístico, que les recordaba los movimientos musicales ya mencionados en esta columna: yé-yé y gó-gó. Cuando vimos a Lady Gaga cantar el himno de los Estados Unidos en la posesión del presidente Joe Biden, pensamos que esa actuación era una merecida recompensa para esta consagrada artista del canto y la actuación.