Hay momentos que todo se pone gris oscuro

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Escrito por:

Luis Tabares Agudelo

Luis Tabares Agudelo

Columna: Opinión

e-mail: tabaresluis@coruniamericana.edu.co


¿Han notado que hoy en día una decisión por pequeña que sea puede repercutir en todo el planeta?

Sin embargo, los chinos decidieron ser cochinos al preparar sus alimentos y hoy tienen a toda la humanidad sumida en una tragedia.

Lo claro hasta el momento es que debemos estar preocupados con lo del virus que nos azota. Sí fuera de los niños muy pequeños hay más despreocupados es porque están viviendo fuera del planeta.

Aún así -preocupados- no podemos olvidar uno de nuestros destinos humanos: la solidaridad. Por lo tanto, aquellos empresarios que en sus balances y presupuestos siempre han destinados partidas para contingencias inesperadas y que hoy siguen pagando los salarios a sus trabajadores, es el momento de agradecer con un fuerte abrazo desde la distancia.

Sobre todo, hay líderes que aunque su vida corre peligro siguen trabajando: médicos, periodistas, vigilantes, científicos de frente con el virus, administradores, enfermeras, bomberos, domiciliarios, policías, soldados, campesinos, cajeras en supermercados, camioneros y muchos otros que no tienen más de otra; para esos un beso inmenso de gratitud.

Es cierto que al ser humano lo azotan tres principales tragedias: la guerra, los terremotos y las pandemias. Pero ¿han notado que la lucha contra los hongos y las bacterias prácticamente la hemos ganado? Noten que los hemos reducido a su mínima expresión. En cambio, la lucha contra los virus la hemos perdido siempre. Los virus son mucho más pequeños que las células que para reproducirse las invaden y las destruyen. Asimismo son responsables de provocar numerosas enfermedades, entre ellas: Sida, Resfriado común, tos, Fiebre hemorrágica por el virus del Ébola, Herpes genital, Influenza, Sarampión, Varicela, herpes zóster (culebrilla) y la nueva adquisición. Para estos los científicos afortunadamente nos aportan vacunas pero ellos siguen eternamente ahí, no se van, conviven con nosotros.

Por lo anterior hoy rogamos por una vacuna urgente antes que borre -como las anteriores pandemias- a media humanidad en una muerte prematura.

Mientras tanto, tomamos medidas: un encierro que puede ser desesperante pero podría servirnos para meditar y pensar en lo que nos está pasando. Si surgió este problema por las cochinadas de los chinos al comer toda clase de animales vivos aún -incluidos murciélagos- o por el desaseo en que preparan los alimentos, deben cambiar sus hábitos debido a que sus comportamientos nos afectan a todos y que una comida mal preparada el ese país puede repercutir al otro lado de la esfera: en Colombia.

Así mismo, puede servir también para volvernos más respetuosos del planeta, mucho más ecológicos, más cuidadosos al salir a votar en las elecciones para no escoger líderes sin capacidad de gobernarnos y que en momentos como estos se vean indecisos.

Muchas veces nos creemos muy superiores a todos los habitantes del planeta, los más encapotados en la cadena alimenticia por eso de la inteligencia pero un virus tan pequeñito que cabe en una de nuestras diminutas células nos pone en jaque dándonos la naturaleza una demostración que nos puede borrar cuando le dé la gana.

Un virus me encerró, me puso a pensar, a extrañar a mis amigos, a mis sobrinos, a mi jugadas de fútbol los jueves en la noche y domingos en la mañana, baloncesto los sábados en la tarde, a mi trabajo, a mi estudio, a mis padres, los abrazos de mis hijos, al gimnasio y a mis hermanos. Por eso creo que hoy recibimos la mayor lección que debe servir para algo. Sino, apague y vámonos.

No olvidemos que con miedo y preocupados podemos cumplir un principio de nuestro destino que tiene que ver con ayuda mutua, cooperación, bondad, respeto por el planeta y amistad. Puede que así todo deje el tono gris, vuelva el color esperanza, la normalidad que tanto extraño. Y, por último, salgamos fortalecidos.