Pandemia política

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jesús Dulce Hernández

Jesús Dulce Hernández

Columna: Anaquel

e-mail: ja.dulce@gmail.com



Con todo esto del coronavirus uno ya no sabe ni qué pensar o qué hacer. Las calles de algunas ciudades empiezan a parecer salidas de la serie The Walking Dead y, pese a ello, la irresponsabilidad de muchos colombianos sigue haciendo de las suyas, incluso en materia política.

No ha faltado quien subestima el virus o quienes hacen teorías conspirativas en las que afirman la existencia de una mano negra que, conscientemente, soltó el COVID-19 como si fuera confeti para que muchos mueran, buscando quién sabe qué. Yo, que soy escéptico por naturaleza, prefiero quedarme con la idea clásica de una especie de selección natural que la tierra hace cada tanto.

Sea como sea, es una falta de prudencia y de respeto andar como si nada por las calles, ante la presencia de un virus que nos supera y que ni siquiera podemos saber cuándo está dentro de nosotros. Pero, les advierto, no podemos esperan más de nosotros. Este es y seguirá siendo el país de la guayaba, del reinado de la panela y de la foto de la quinceañera agarrando una flor.

Peor aún es saber que tampoco podemos controlar el virus de la politiquería que nos asecha aún en medio de la cuarentena. Porque, hay que decirlo, ni aún con COVID-19 y por mucho teletrabajo que promuevan lo dejan a uno vivir en paz. Hace poco vi un video de Gustavo Petro en el que, aprovechando el desarrollo del coronavirus en Colombia, se lanzó a hacer una apología del comunismo en la que no sólo criticó al gobierno nacional sino al de la alcaldesa Claudia López, ambos, según él, capitalistas acérrimos. Porque para Petro cualquier decisión sensata que toma López es una traición al comunismo.

Así, luego de explicarnos cómo nace el capital y la relación entre factores de producción y asalariados, Petro asegura que el problema básicamente radica en una discusión ideológica, donde los capitalistas priorizan los intereses de las empresas a costa de la muerte de miles de personas infectadas. Afirma en cambio que lo que hay que hacer es sacar del bolsillo público la plata para que los afectados no tengan que pagar arriendos, créditos, servicios públicos, etc, cómo si las finanzas del Estado se alimentaran de un arbolito de dinero. Son los típicos cantos de sirena del populismo que le endulzan el oído a los legos y luego les cagan la vida. Finalmente critica la Ley 100 del 93 y, en pocas palabras, concluye diciendo que estas son las consecuencias de no haberlo elegido a él como presidente de Colombia y que por eso debemos levantarnos todos en protesta desde la cuarentena, algo así como una marcha virtual. De verdad, qué pesado se ha vuelto.

Sin embargo, sobre lo anterior me llamaron la atención varias cosas: lo primero es ese oportunismo imparable que acosa al sistema político para decir cuanta cosa se le antoje, no con un ánimo constructivo y de nación, sino con el único interés de mantener los voticos que alimentan su ego además de su bolsillo. Lo segundo es que a veces se nos olvida que la política también es un negocio, tal vez el más rentable del capitalismo, o si no preguntémosle a Maduro. Tercero, es cierto que la crisis del coronavirus indudablemente va a afectar la economía y por eso es clave analizar la manera como el gobierno le hará frente al tema. Cuarto, hay una cosa que le reconozco a Petro en su intervención y es el cuestionamiento a nuestro sistema de salud público. Nos falta mucho y es necesario que esa discusión la demos abiertamente.

En esta cuarentena, por favor, aprovechen para reflexionar más, trabajen mejor, cocinen, estudien cosas que les gusten, disfruten el tiempo en familia o en soledad, pero que nos les pase que, protegiéndose del virus los infecte la pandemia política.