La sarna de la mediocridad

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger


En el municipio de Santa Ana, Magdalena, casi desde que se promulgó la ley sobre la elección popular de alcaldes y gobernadores, entre otros, durante la campaña proselitista la única arma que esgrimen los candidatos a estas dignidades es la de la difamación, la de la calumnia, la de las mentiras, la de los improperios, la de los chismes, y si no le encuentran al adversario algo digno para destruirlo moralmente, se lo inventan.

No hay en este municipio carcomido hasta las entrañas por la politiquería y la corrupción un alcalde que haya ganado el favor del elector a base de ideas, de propuestas. Lo han hecho demeritando a quien como él aspira a ser elegido.

Lo más triste es que cada vez que hay elecciones para elegir a un alcalde o a un concejal, en el municipio de Santa Ana se recrudecen más las campañas para desprestigiar, para arruinar moralmente al oponente, para difundir chismes que cuarteen la reputación del contendor, y más se ensañan con el aspirante que esté cautivando al elector.

La única guerra que debería existir en la campaña electoral a la Alcaldía de Santa Ana debe ser la de las ideas, la de las confrontaciones sanas, públicas. Debe imperar la calidad de las propuestas, de las sugerencias, de las ideas innovadoras. Pero no. Los candidatos sólo se empeñan en degradar al otro, inventar un chisme y hacer correr el rumor entre sus simpatizantes para destruir, no sólo al candidato de la competencia sino de paso a toda su familia.

De ahí que la mayoría de las familias decentes, admiradas y respetadas de cada uno de los pueblos que conforman este municipio, antes, durante y después de la campaña politiquera sucia y baja se declaran enemigas para siempre y por siempre por seguir a uno o a otro candidato a la Alcaldía o al Concejo Municipal.

Parece que el fin de los candidatos a la Alcaldía y al Concejo del municipio de Santa Ana no es la redención de su gente, sino sembrar más odio y rencor entre sus habitantes como si no bastara con todos los sinsabores que ya nos aquejan.

Y lo han conseguido. Porque actualmente, por culpa de la politiquería, de intereses particulares por encima del general, ya no se habla el vecino con el vecino, sólo porque yo apoyo a fulano y aquel a mengano y se declaran la guerra. Mientras que quien a base de insultos, de chismes de peluquería, de cuentos de esquina, de sembrar la intriga, llega a ser alcalde, deja una estela de odios, amargura, de enemistades perennes que alcanzan hasta a la próxima campaña y que muchas veces alcaldes y concejales siguen atizando para sus propios beneficios.

En época de elecciones de alcalde y concejales, el municipio de Santa Ana debería cambiarse el nombre y llamarse "municipio del Santo Chisme y del Santo Desprestigio". Porque eso es lo impera en los meses previos al día de elecciones en este municipio, incluso, después. Y mientras tanto, el pueblo sigue muriéndose de hambre, sin esperanzas, sin norte; sin políticas claras que nos saquen del pantano del siglo XVII en el cual actualmente vivimos.

Por lo general elegimos al que más chisme riegue, al que mejor hable mal del otro con el que compite; sí, elegimos al aspirante que se rodee de profesionales del rumor, de profesionales de la calumnia; el que más caro nos pague el voto, y nos olvidamos de escuchar propuestas, muchas veces porque no las hay, y otras, porque la reunión donde reparten tragos, comida y chismes nos está esperando, y claro, para escuchar los nuevos y frescos ataques a la moral del contrincante.

¿Y las propuestas? ¿Dónde están las ideas que nos van a redimir? ¿Es que si X ó Y ganan también gobernarán a base de chismes y de rumores para desprestigiar a quien ose criticarlos?

Escarbar la vida privada hasta lo más íntimo de las personas que desean quitar del camino que conduce a la Alcaldía o al Concejo es demostrar la estupidez y la limitada capacidad para gerenciar a este municipio. Este es el deporte favorito de los actuales candidatos. No se gobierna dejando una estela de odios y de rencores entre los electores para satisfacer caprichos matreros y bajos. La dignidad humana se respeta por el sólo hecho de que somos seres pensantes.

Tantos, pero tantos son los proyectos que se deben emprender en el municipio de Santa Ana, que un candidato y su equipo de campañas serias si se ponen a estudiarlos y a buscar la manera de llevarlos a la práctica no tiene tiempo para dedicárselo al chisme ni al desprestigio del contendor. Pero parece que no hay candidatos serios a la Alcaldía y al Concejo.

Santa Ana es un municipio que cada día se hunde más en el hueco de la desigualdad social, de la ruina y la desesperanza y ningún candidato a las corporaciones públicas parece querer sacarla de ahí. Sólo les interesa ganar sin importar los métodos, ni las maneras, ni las formas, ni las armas.

¿Quién utilice medios moral y éticamente reprochables para ganar una elección si será buen burgomaestre o buen concejal? Ojalá las actuales y futuras generaciones de todos los rincones de los pueblos que conforman a este municipio no se dejen contagiar de esta sarna: la sarna de la mediocridad.

{jathumbnail off}