Un escritor clásico colombiano: G. Espinosa

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



Leer una obra de Germán Espinosa es sumergirse en un mundo literario casi abandonado por los escritores contemporáneos.
Sin embargo, en ella no hay rebuscamiento en la forma ni pedantería en el manejo del idioma. Simplemente, el autor cartagenero –nacido el 30 de abril de 1938 y fallecido el 17 de diciembre del 2007, en Bogotá– vuelca en sus textos apenas parte de su inmenso acervo lingüístico y literario sin mayores pretensiones.

‘La tejedora de coronas’ es la obra más importante de Espinosa. No obstante, cuando la publicó en 1982, la crítica no le reconoció los méritos que indudablemente tiene. ¡Así son los críticos de arte! Poco después aceptaron el valor de esta novela al verla figurar entre las finalistas del Premio Rómulo Gallegos. Ese mismo conjunto heterogéneo de eruditos quedó mal parado cuando la Unesco la eligió como “obra representativa de las letras humanas”.

Germán Espinosa pudo haber pertenecido a la generación inmediatamente siguiente al ‘boom literario’ y con tal carácter continuar la temática que inició un cataclismo en las letras de Hispanoamérica. Pero no hubo en él la intención de utilizar en su favor la explotación de la veta llamada realismo mágico iniciada por Alejo Carpentier. Por esa razón no quedó cobijado bajo la sombra de los autores que mostraron ante el mundo una imagen específica de esta América Hispana. Y es difícil convivir con autores que cultivan un género exitoso en el mundo sin sentir la tentadora inclinación a incursionar en lo que está de moda. Germán Espinosa prefirió indagar en busca de otro capítulo de la literatura, en “temas de esoterismo y reencarnaciones”, como lo afirma el escritor colombiano Gustavo Tatis.

La producción literaria de Espinosa se pasea por la novela, el cuento, el ensayo y la poesía. Tal vez donde menos brillo alcanzó su pluma fue en la poesía: se notan demasiado los rasgos de movimientos como el simbolismo francés y el modernismo hispanoamericano. El escritor costeño seguramente se sintió solo, escribiendo al estilo de los grandes autores del siglo XVIII con la intención de recrear esa época de la humanidad. Su preparación cultural lo hacía sentirse autosuficiente en ambientes tan conocidos por él. Además, su léxico exquisito le permitía expresar con exuberante lenguaje sus ideas sobre los temas tratados, exponiéndose, eso sí, a la incomprensión de muchos lectores no familiarizados con tantos términos polivalentes, mas no ampulosos ni rimbombantes. Su obra, por eso, aunque no admite comparación con las que los críticos se empeñan en señalar como reflejo de la idiosincrasia latinoamericana, perdurará en la historia literaria.

“Desde la publicación de ‘La tejedora de coronas’ –dice un reconocido escritor– Espinosa es un clásico auténtico de la literatura colombiana.” Y debe aceptarse eso como cierto, pues además del concepto de la Unesco, que hemos mencionado en este artículo, la revista Semana sitúa esta novela en segundo lugar entre las mejores escritas en Colombia durante los últimos 25 años. Obras de Espinosa son el poemario ‘Letanías del crepúsculo’, el ensayo ‘La aventura del lenguaje’ y las novelas ‘La lluvia en el rastrojo’, ‘Los cortejos del diablo’, ‘El magnicidio’, ‘Los doce infiernos’, ‘El signo del pez’, ‘La noche de la Trapa’, ‘Noticias de un convento frente al mar’, ‘Los ojos del basilisco’, ‘Sinfonía desde el Nuevo Mundo’, ‘La tragedia de Belinda Elsner’, ‘Quien se aleja soy yo’, ‘Torquemada, el fraile diabólico’ y ‘Aitana’. Espinosa fue distinguido en el 2002 con el Premio Nacional de Literatura. El gobierno francés lo declaró Caballero de la Orden de las Artes y las Letras en el 2004. Sus obras tienen traducciones en alemán, italiano e inglés.