Fernando Vallejo volvió con todo

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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



La escritura, como ejercicio, tiene características que muchas veces escapan al análisis somero que generalmente le aplicamos.
La lectura es otra cosa: puede gustarnos o no lo que alguien ha escrito; lo seleccionamos para degustar o rechazar su contenido. En todo caso, lo escrito está ahí, sometido al escrutinio público no una sino incontables veces, tantas como decida hacerlo el lector. Para cuestión de gustos pero también para apreciación literaria, tenemos la producción de un escritor difícil de encasillar.

La literatura del escritor antioqueño Fernando Vallejo causa escozor. Después de conocer ‘La puta de Babilonia’, muchos lectores aducen que contiene exageraciones intolerables; otros opinan que la lectura de esta obra puede causar contradicciones en el pensamiento de creyentes católicos. En todo caso, el polémico libro de Vallejo no puede pasar inadvertido bajo los ojos del lector. Hay en esas páginas una extensa y escabrosa reseña de papas y religiosos de todas las épocas. Lo que no puede negarse es la capacidad de este autor para concatenar innumerables hechos que, hasta ahora, nadie ha podido refutar. En cuanto a su tono, Vallejo desde las primeras páginas advierte que la Iglesia tiene una deuda con él y, por lo tanto, se la va a cobrar.

Fernando Vallejo es autor de ‘La virgen de los sicarios’, obra que fue pasada al cine y causó una polémica que aún no ha cesado. Pero también es de Vallejo la novela ‘El desbarrancadero’, en la cual el autor se muestra irreverente y procaz. Por la novela se le otorgó el Premio Rómulo Gallegos. La suma que recibió en esa ocasión la destinó a un albergue para perros callejeros, a los que llama “mis hermanos”.

Esta excentricidad acrecentó aún más la animadversión que los críticos mojigatos sienten por el narrador. Como si fuese poco, al ganar el Premio de Literatura en Lenguas Romances, en Guadalajara, destinó el dinero (150.000 dólares) a dos instituciones mexicanas: Amigos de los Animales, de la ciudad de Jalapa, y a los Animales desamparados del Distrito Federal, en México. El jurado que le otorgó el premio expresó: “Es una de las voces más personales, controvertidas y exuberantes de la literatura actual en español”. Vallejo no solo es narrador y autor de teatro sino un lingüista destacado. Una de sus obras es el ensayo ‘Logoi’, una gramática del lenguaje literario’, (1983).

Entre quienes saben de literatura Vallejo ocupa un lugar respetable. Y no es gratuito ese sitial, pues el narrador colombiano ha cosechado triunfos literarios de renombre continental. Cuando se lee a Vallejo es inevitable pensar en Vargas Vila, igualmente desterrado de las antologías literarias pacatas en las que lo osado e iconoclasta no tienen perdón. En los programas de español para las escuelas no hay cabida para estudiar a Vallejo. Sin embargo, el valor de este escritor contemporáneo no puede ser desconocido solo porque los falsos moralistas pretendan mantenerlo en el ostracismo literario.

Fernando Vallejo nació en Medellín en 1942. Estudió cine en Roma. Obras suyas son: ‘El río del tiempo’, ‘Los días azules’, ‘El fuego secreto’, ‘Los caminos a Roma’, ‘Años de indulgencia’, ‘El mensajero’, ‘Entre fantasmas’, ‘Mi hermano, el alcalde’ y ‘Barrio de campeones’. El escritor vivió en México desde 1971 después de renunciar voluntariamente a la ciudadanía colombiana. Regresó el año pasado para quedarse definitivamente en Colombia.
En abril de este año Fernando Vallejo publicó su obra más reciente: ‘Memoria de un hijueputa’. Aún no la hemos leído pero sabemos que se trata de una diatriba que el autor pone en labios de un narrador ficticio. Conociendo el talante irreverente de este escritor, estamos seguros de que actúa como ventrílocuo para desahogarse a través de esta narración, que aunque parece caótica en verdad refleja una realidad colombiana imposible de ocultar.