¿Cuál cambio?

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Pregunté a que se debía el trancón saliendo del Aeropuerto Simón Bolívar menos doscientos metros de pista que nos deben, y me dijeron que los carros de los bañistas se parqueaban de lado y lado y que no se podía hacer nada porque la gente protestaba, incluso ya lo habían hecho y además esta era la temporada alta y cuando los comerciantes de la playa hacían su agosto. 

Todo esto a pesar de que no solo es ilegal parquear ahí sino que además eleva exponencialmente los riesgos en caso de una catástrofe aérea.

Un día después, estaba conociendo el centro comercial Zazué y sin aviso previo se armó el zafarrancho.  Las naciones unidas en pleno y a una solo voz se unieron por la misma causa: ¡sálvese quien pueda!  Gases lacrimógenos lanzados por el ESMAD para disipar la multitud emberracada que protestaba por el corte de luz.  Ancianas abandonadas a su suerte en medio del sofoco, cierre de negocios, corra para aquí y corra para allá, recuperación pasmosa de la movilidad de algunos que pocos minutos antes apenas caminaban.  Incluso alcancé a oír a un Che que le gritaba a su cómplice de maldades: ¡Corré boludo, que nos están echando gas!  Que se iba a levantar ni que nada, el hombre estaba jincho de la perra y medio tosía.  Me dijeron que el barrio se llama La Paz…no resultaron muy pacíficos, y ni quien los culpe.  Ese día estuvimos sin luz hasta las dos de la mañana porque había un concierto de alguna vaina, y había que joder al resto de la humanidad doliente para pretender que aquí se pueden hacer espectáculos que no estamos en capacidad de hacer.

En los días siguientes nos siguieron quitando la luz, y no una sino varias veces.  Los alemanes con los que vine, con cara de preocupación me preguntaban que si eso pasaba todos los días, y yo para salvar la patria les respondí que no, que eso era culpa de La Loca que hacía de las suyas igual que las tormentas de nieve que los atormentan por estos días.  Estragos de la naturaleza.  ¿y lo de los gases? Me preguntaron. ¡Esas son vainas de la democracia! Contesté.

Salí a mostrarles la ciudad, y entonces los llevé al Parque del Agua.  Llegamos, y me preguntaron que donde estaba.  Ahí  -les respondí.  ¿Dónde? Ahí – les volví a responder.  Y pensaron que les estaba mamando gallo. Que decepción. 

¿Y esa cosa verde de dos pisos que parece una nave espacial tan fea?  Me preguntaron.  No tuve corazón para decirles que era, o quiere ser, una biblioteca.  No es que están haciendo una réplica de un ovni para hacer una atracción turística única en el mundo.

Mejor vamos para el Centro Histórico, que es la parte de mostrar de la ciudad.  Los andenes vueltos nada, el malecón otro tanto y el olor a orín nos sacó corriendo.  Iba con mi hijo menor en un coche de bebé, y no hay andenes ni para minusválidos, así que la movilidad era un problema.

Todavía muchos problemas y lunares para ofrecer turismo de calidad. Lo grave es que todo eso es solucionable con buenos gobernantes  y de esto no hemos tenido en los últimos ocho años.  La transformación de Barranquilla es un referente.  Algunas mejoras menores, pero progreso, lo que se llama progreso, no se ve por ningún lado.  ¡Seguimos estancados! 



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