En estos días estuve hablando con un amigo que me decía que para él no valía la pena orar, que cada vez que oraba sentía que le hablaba al vacío.
La pregunta sería entonces: ¿para qué sirve la oración en los momentos de dificultad? En esto seré claro, la oración no es una fórmula mágica ni tampoco frotar una lámpara para que el genio cumpla deseos. Quienes entienden y explican la oración de esta manera, no han entendido para que se ora.
No oramos para que Dios solucione nuestros problemas, en parte porque la mayoría nos los hemos ganado nosotros, sino que oramos para encontrar en la oración un lugar de encuentro con el Dios que no nos abandona y que a través de su palabra nos anima a seguir adelante. No se trata de esperar a que Dios solucione, sino que se trata de orar para descubrir a través de esa relación la fuerza que nos llena y nos hace salir adelante. Por eso es necesario orar en todo momento.
Tener siempre un espacio para estar con Él. Para agradecer todo lo que nos ha dado, Para contemplar su grandeza es esos regalos maravillosos que podemos disfrutar, para sentirnos escuchados por quien es el amor y sabe todo. Para interceder por otros y mostrar nuestra solidaridad con aquellos que están a nuestro lado. Para pedir ayuda y sacar adelante las dificultades que tenemos. Debemos orar en todo momento. No dejemos que sea la producción y el éxito los que propongan el ritmo en nuestra existencia, tengamos espacios para estar con El Dios que nos ama y nos bendice. Es necesario orar siempre.