Carlos Vives, cantante y filántropo

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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



Faltan varios meses para la realización del Festival de la Leyenda vallenata año 2018.
Es decir, estamos en el momento de gestación de un evento significativo para el folclor colombiano. Durante estos meses habrá algunas especulaciones. Es más, ya empezaron. Cuando se insinuó que durante el próximo Festival Vallenato se haría un reconocimiento a Carlos Vives, aparecieron voces mezquinas que pretendieron detener esa idea. No es raro porque los colombianos tenemos un impulso innato que nos lleva a negar méritos y siempre encontramos argumentos para sustentar nuestras pasiones. Generalmente lo llamamos ‘envidia’; pero a veces esa denominación no corresponde a lo que sentimos en muchos casos. Se trata, más bien, de un ‘deporte nacional’ que nos pone a competir y a debatir alrededor de cualquier cosa.

Se sabe que el cantante Carlos Vives es un personaje nacional reconocido por su vida profesional en la música, el cine, el periodismo y destacado como empresario exitoso. Sus actuaciones y conciertos han sobrepasado los linderos patrios para mostrar en otras tierras el talento que posee. Pero Carlos Vives es mucho más que eso: el orgullo de haber nacido en Santa Marta lo lleva a pregonar a los cuatro vientos sus raíces, de las cuales emana su compromiso con la tierra de sus ancestros. La Sierra Nevada de Santa Marta es tema constante en sus composiciones musicales. Si se conoce en el exterior la palabra ‘Mamo’ y lo que eso significa en nuestra cultura primigenia, es gracias a Carlos Vives, más que a los antropólogos estudiosos de nuestras etnias.

Siempre tiene Vives un motivo para componer las letras de sus canciones. Por eso encontró la forma de combinar los instrumentos primitivos del conocido ‘vallenato puro’ con otros pertenecientes a regiones diversas pero igualmente colombianas. Ahí radica el gran mérito de Carlos Vives: la internacionalización de una música que por décadas estuvo confinada en nuestra región costeña, con tímidos asomos a la escena nacional. El salto de Vives con ‘Clásicos de la Provincia’ a los escenarios del mundo no debe desconocerse. Pocos como él se han atrevido a innovar sin descartar o relegar lo autóctono colombiano. La mezcla de ritmos constituye la esencia de sus triunfos. ‘La Tierra del olvido’ es un grito, una exigencia para que se visibilice nuestra subregión caribe. La Sierra Nevada y sus habitantes nativos vuelven a existir por la música de Vives. Una constante en las presentaciones artísticas de Carlos Vives es la alusión al barrio Pescaíto. En días pasados ofreció un concierto para los samarios y reafirmó los propósitos de su proyecto ‘Tras la Perla de América’. La presencia del artista, la credibilidad que genera a su alrededor asegura el éxito de este proyecto que ya tiene apoyo internacional. Volveremos a vivir los viejos tiempos, cuando las matronas de este emblemático barrio, sentadas en taburetes en los sardineles de sus casas, contaban historias verídicas e inventadas a los niños del sector. Todo esto –no se puede negar– se debe al espíritu progresista de Carlos Vives y a su convicción de que el futuro se afinca en el pasado.

     Por todo lo que hemos expresado en estas líneas, y porque mucho más hará nuestro compositor y cantante en beneficio de la cultura, el homenaje que el año entrante rendirá el Festival de la Leyenda vallenata a Carlos Vives es, simplemente, merecido. Si alguien llegase a considerarse con mayores galardones para recibir dicho reconocimiento, la recomendación es que medite sobre la trayectoria y, sobre todo, sobre la sinceridad y transparencia de la vida artística de Vives. Entonces, seguramente aplazará sus aspiraciones para una nueva oportunidad.


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