El tiempo deja sus huellas

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



El tiempo no perdona. Con el paso de los años todo se marchita. Razón tenía el poeta Rubén Darío cuando concibió el poema “Canción de otoño en primavera”: ‘Juventud, divino tesoro, / ya te vas para no volver; / cuando quiero llorar no lloro / y a veces lloro sin querer’.

Podemos aplicar estos versos a todo ser humano, pero hoy pensemos solamente en una sensual actriz: Brigitte Bardot, conocida en el cine como BB. Nació en París el 28 de septiembre de 1934. Estudió en el Conservatorio Nacional de Danza. A los quince años conoció a Roger Vadim, joven guionista y ayudante de dirección cinematográfica.

Se casó con él a los dieciocho y el año siguiente ya era una estrella de cine. Fue actriz de la película ‘Dichosa muchacha’ pero su éxito comenzó con ‘Y Dios creó a la mujer’, con Vadim como director.


Entonces, por primera vez tasó en un millón de francos su actuación. Sin embargo, este film le causó la ruptura de su matrimonio y comenzó a convivir con el protagonista de esa película, Jean-Louis Trintignant.

Cuando Brigitte tenía cuarenta y cinco años la prensa le había contabilizado cuarenta y dos amantes. Se casó con Jacques Charrier y con él tuvo un hijo, Nicholas, en 1960. A los treinta y nueve años se retiró del cine. Había filmado más de sesenta películas y la habían fotografiado más de 60.000 veces.

Se decía que “su cuerpo hablaba en las fotografías”. Actualmente BB habita en su mansión en la costa del Mediterráneo rodeada de los animales recogidos o comprados a expropietarios que los maltrataban. Hace cuatro años BB amenazó con solicitar la nacionalidad rusa si el gobierno francés aplicaba la eutanasia a dos elefantes que se encontraban en el zoológico de Lyon. La exactriz ofreció cuidarlos en su Fundación. Ella argumentaba que tomaría esa decisión “para huir de este país que no es más que un cementerio de animales”.

En la música, Brigitte Bardot grabó varios discos; el mejor de ellos, según la crítica, fue con el “Chico malo de la música francesa”, Serge Gainsbourg. Muy pocas personas saben o recuerdan que BB, acompañada de su guitarra, grabó una canción colombiana: “Qué hay de Cuchipe”. Podría hablarse de BB como un raro ejemplo  de quienes dicen “me retiro” y cumplen su palabra.

Nunca más quiso saber del cine, aunque se alejó de él cuando estaba en el cenit de su carrera. También puede destacarse el amor de la exactriz por los animales, tal vez porque, como lo ha expresado en más de una ocasión, “Sé lo que es vivir sin amor”. Poca importancia concede BB al paso del tiempo: no se oculta ante las cámaras y deja que la vida siga trazando surcos en su piel. Cuando cumplió cincuenta años, en una entrevista afirmó: “Lo difícil no es vivir sino sobrevivir”.

En varias ocasiones trató de suicidarse a raíz de crisis sentimentales. La inmensa simpatía que despierta BB entre los cinéfilos que la admiraron como símbolo sexual más que como destacada actriz, se vio un poco opacada al saberse que durante la década de 1990 generó controversia al criticar la inmigración y la influencia del islam en Francia. Aunque el nombre de Brigitte Bardot ya no resuene en los escenarios cinematográficos, su figura estilizada y su aparente ingenuidad en la pantalla permanecerá en el recuerdo al lado de Gina Lollobrigida, Silvana Mangano y la incomparable Sofía Loren, entre tantas divas del séptimo arte.