¿Cómo vamos?

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



¿A qué juega Caicedo? Es la pregunta que hoy muchos se hacen dentro y fuera del departamento del Magdalena. La marcha de la semana pasado exigiendo la salida de Metroagua, cuando el contrato está a punto de terminar, no es normal, es pura farsa populista.

Una persona que lleva cinco años mandando en la ciudad, cuatro en cuerpo propio y uno en ajeno, no puede desmarcarse de la problemática del agua y del alcantarillado tan olímpicamente; solo un cínico, siendo co-responsable del problema, se presenta ante la opinión pública como el salvador y quien está defendiendo los intereses de los samarios. ¿Estará marchando contra sí mismo porque quien va a elegir el nuevo operador es él? Aun debe explicaciones a los ciudadanos sobre la desidia del Distrito en hacer su parte en lo relativo al manejo del agua.

Más de cinco años gobernando, y los problemas fundamentales de la ciudad empeoran. Dos ya los mencionamos, pero no podemos olvidarnos de la invasión del espacio público, la informalidad laboral, el sinnúmero de obras inconclusas, la creciente población de mendigos, sitios turísticos en condiciones lamentables, inseguridad disparada nuevamente, y algunas zonas tomadas e invadidas por mafias, como es el caso de Taganga.

Claro, Caicedo le ha apostado al efecto Potenkim: es decir, pegar unos cuantos ladrillos y echar cemento para crear una ilusión que le beneficie políticamente. Cuando lo cuestionan, recurre al manido discurso de que los de ayer lo atacan porque quieren apoderarse nuevamente de la alcaldía. Ignora Caicedo que él ya pertenece a los de ayer. No se puede tomar el medio por el fin, y pretender que mejorar algunos aspectos urbanísticos automáticamente se traduce en mejoras en la convivencia ciudadana y en alivio a las angustias diarias. Muchos han caído en el engaño y toman el oropel por oro. Santa Marta no ha cambiado para bien.

Hace algún tiempo manifesté por éste medio mi oposición a los Juegos Bolivarianos en Santa Marta, alegando que la ciudad y sus administradores no debían distraerse de lo fundamental para darle prioridad a un asunto que realmente es secundario. Además, aduje que sin resolver los problemas fundamentales mencionados, Santa Marta solo podía mostrar una mala imagen, que afecta negativamente el posicionamiento como destino turístico. El tiempo me ha dado la razón. Las cosas se hacen bien o no se hacen.

Recientemente, los medios nacionales llamaron la atención sobre el estado del Centro Histórico: basuras, aguas negras malolientes, entre otros males. ¿Cuál creen ustedes que fue la impresión que se llevaron los turistas que nos visitaron por esos días? ¿Qué le dirán a sus amigos? Nada de esto va a cambiar para los Bolivarianos.

Es evidente que Santa Marta ni sus pobladores le importan un bledo a Caicedo; ojalá alguien con palanca le consiga un buen puesto en Bogotá, para que no siga usando y abusando de la ciudad para coronar sus ambiciones.

Por otro lado, no se escucha que a la administración actual le hagan control político-administrativo. Este es un Concejo atestado de mudos o eunucos, y sería bueno saber el porqué de tanta complacencia. Definitivamente, tenemos que recuperar la ciudad en las próximas elecciones; ojala se presente un candidato a alcalde capaz y con la visión que Santa Marta se merece. No es el momento de presentar nombres, pero sí de plantear la inquietud.

Sobre la gobernadora, debo decir que Rosa me ha sorprendido gratamente. Fui escéptico de su candidatura, pero hasta la fecha, si bien no la ha sacado del estadio, tampoco ha hecho daño. Ha estado presente en momentos críticos del departamento en donde su carisma, su solidaridad y su preocupación por lo social se han hecho sentir y han sido de buen recibo por parte de la comunidad. Hasta ahora su administración ha estado exenta de escándalos, y el que se presentó al inicio fue heredado de su sobrino. Ojala continúe por este derrotero.

Y es que la gobernación es una de esas figuras que quedaron sobrando en la Constitución del 91. Realmente es un apéndice: sirve de poco o nada, pero cuando se infecta, nos puede causar la muerte; es decir, la gobernación sirve para hacer poco bien, pero puede servir para hacer mucho mal. Bien por Rosa.