Umberto Eco: semiólogo universal

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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



Una novela interesante en la literatura del siglo XX es “El nombre de la rosa”. Su autor, Umberto Eco, nació en Alessandria, Italia, el 5 de enero de 1932 y murió el 19 de febrero de este año. Estudió en Turín, donde se licenció en Filosofía y Letras en 1954. Hombre de una vasta cultura basada en el estudio de la escolástica, su primera publicación académica fue la elaboración de su tesis: “El problema estético en Tomás de Aquino” (1959). Es característica en Umberto Eco la combinación en forma diestra de lo viejo y lo nuevo; para él esto no era difícil, puesto que estaba convencido de que no hay avance sin saber. Una prueba de esta afirmación se manifiesta en la mezcla de la semiótica con los problemas de la juventud en un mundo en el cual todo está sujeto a cambio. Véanse al respecto sus textos “Obra abierta” (1962), que es un clásico de la modernidad crítica, y “Apocalípticos e integrados” (1964), libro referido a la rebelión en la edad universitaria.
La mayoría de los ensayos de Umberto Eco se refieren al mundo de la semiótica, disciplina de la cual se le considera el padre.


Por eso los lingüistas, filólogos, periodistas y estudiosos del arte son quienes están más cerca de sus teorías. Ensayos suyos son: “La estructura ausente” (1968), “El signo” (1973), “Tratado de semiótica general” (1975), “El superhombre de masas” (1976), “Lector in fabula. La cooperación interpretativa” (1979), “Semiótica y filosofía del lenguaje” (1984), “Los límites de la interpretación” (1990), “Seis paseos por los bosques narrativos” (1990), “Kant y el ornitorrinco” (1997), “El redescubrimiento de América” (2002), “La historia de la belleza” (2005), “Confesiones de un joven novelista” (2011). “Historia de tierras y de lugares legendarios” (2013) y “Número cero” (2015). En cambio, en el campo narrativo este autor brilla con aureola propia con “El nombre de la rosa” (1980), “El péndulo de Foucault” (1988), “La isla del día de antes” (1994), “Baudolino” (2000), “La misteriosa llama de la Reina Loana” (2004) y “El cementerio de Praga” (2010).
Son frases de Umberto Eco: “El mundo está lleno de libros preciosos que nadie lee”.
“La Filosofía, como decía Aristóteles de la Metafísica, es una respuesta a un acto de asombro”. “Sabiduría no es destruir ídolos sino no crearlos nunca”.
“El narrador no debe facilitar interpretaciones de su obra; si no, ¿para qué habría escrito una novela, que es una máquina de generar interpretaciones?”. “Las redes sociales han generado una invasión de imbéciles que les dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que antes hablaban en el bar después de un vaso de vino sin dañar a la comunidad, y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel.
Es la invasión de los necios”. “Cuando los hombres dejan de creer en Dios no quiere decir que no crean en nada: creen en todo”.
Algunas distinciones recibidas por Umberto Eco: Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades (2000). Nombrado Miembro del Foro de Sabios de la UNESCO en 1992. Recibió la Legión de Honor de Francia en 1993. Más de 25 universidades del mundo le otorgaron doctorado honoris causa. “¡Un maestro no muere nunca!”, dijo Francisco Umbertini, rector de la Universidad de Bolonia, ante el féretro de Umberto Eco.



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